miércoles, 31 de marzo de 2010

No había más días


Llegó destrozado del colegio. Apenas podía andar cuando dejó la mochila en el recibidor y entró en el comedor sin ni siquiera una leve sonrisa. Miguel se había hecho daño en un pié al saltar desde una pequeña tapia en vez de bajar por las escaleras.
Al principio pensé que era una treta para poder escaquearse de sus clases vespertinas, pero el dolor era tan fuerte que, sin pensarlo, tuvo que ir a urgencias después de comer cuatro cosas de mala gana.
El primer médico que le miró dijo que no era un esguince ni que tuviese los huesos rotos, pero el reposo tendría que durar por lo menos dos días. Lunes y Martes Santo.
Ayer, en la revisión y después de varias radiografías, los médicos han visto que, probablemente la cosa sea algo más importante, por lo que en menos de quince días no se arregla.
Todas las vacaciones prácticamente.
Miguel ya no puede tocar en la banda en toda la semana y, si el año pasado las caras de los nuevos niños que salían, entre ellos él, eran de desolación cuando se suspendió la procesión de las 5 de la mañana a causa de la lluvia, este año práticamente será lo mismo. ¿No os pasa, que cuanto más deseáis que llegue una cosa, siempre ocurre algo que puede tirarlo todo por la borda?

Afortunadamente, siempre se aprende algo de todo ello, por lo menos, que no se debe saltar efusivamente de uno a otro lado antes de que lleguen las vacaciones. Por muy contentos que nos sintamos.



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martes, 30 de marzo de 2010

Me gusta volver


Me ha encantado aprovechar una de mis mañanas semanasanteras para salir sola a la calle, tomar el aire acompañado de sol y visitar a mis compañeros del verano pasado.
Que María me abra la puerta con una sonrisa y baje a por su segundo o tercer café conmigo. Que Juncal se una a la velada aunque esté de vacaciones. Ver cómo Uxu trata a los invitados y se maneja en su puesto. Pepe corriendo de un lado para el otro mientras toquetea el teléfono móvil con impaciencia... y Chema y su Funky.
Prometo volver para visitar a quienes no estaban.

Ha sido una mañana entrañable, al menos para mí. Cada vez que vuelvo hace que, si durante la carrera hay cosas que te desaniman, ese lugar es capaz de recordarte cada segundo que lo que estás estudiando es lo que más te gusta, porque cada una de las partes que lo componen son especiales. Entiendo que quienes trabajen cada día en este trabajo no tengan la misma opinión, pero yo sigo pensando que hay magia, se llame como cada uno quiera llamarla. Para unos negocio, para otros, "lo que hay".

Tres mujeres esperaban en la entrada del estudio para tomar parte en una tertulia. La presidenta de la Banda de Música, una componente del Coro Sacro y la mayor representante de la cofradía de Nuestra Madre. Todas ellas para hablar de sus experiencias y su conocimiento de la Semana Santa en la ciudad desde el punto de vista de una mujer con experiencia.
Yo nunca he sido cofrade, simplemente, algo conocedora de la Semana Santa de a pie, por eso y debido a esta mínima veteranía no sé si tengo siquiera el menor derecho a dar mi punto de vista. Pero, al final, todas acabamos hablando en el estudio y yo, no sólo estuve atenta a los temas que se se trataron allí dentro, sino que me vinieron a la cabeza los tres meses que pasé en aquel lugar, las prisas, las confusiones y, en ocasiones, las lágrimas que hacían que después me calmase un poco antes de seguir trabajando. Al fin y al cabo, en ese lugar he aprendido mucho.

Me alegro de haber vuelto. Prometo hacerlo de nuevo y, si en algún momento de mi vida abandono esta ilusión que aún tengo por la profesión por la que estoy luchando, creo que, al menos la radio, no se merece que vuelva a mirarla a la cara. Aún así, tengo muy claro que no seré yo quien la traicione.




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lunes, 29 de marzo de 2010

El niño que soñaba con 10.000 euros y un bidón de gasolina


El otro día he visto una noticia que no pude resistirme a leer por completo. Un niño de ocho años de Pekín había encontrado en la basura un montón de billetes que sumaban 10.000 euros. No contento con el hallazgo, decidió quemar casi todo el botín porque creía que eran falsos.
Algunos justifican esta acción diciendo que el pequeño se inspiró en el Día de los Difuntos de China en el que, por tradición, la gente quema dinero para que llegue a los parienes en el otro mundo y allí lo utilicen. ¡Pero si acaban de decir que el niño pensaba que eran falsos!

La verdad es que este tipo de situaciones con niños son de lo más anecdóticas, pero puedes encontrarte desde uno que prende fuego al dinero hasta otro que lo encuentra y... ¡lo devuelve! eso se ve pocas veces en los adultos.
Sin embargo, cuando el niño devuelve el dinero siempre suele estar recompensado y, realmente, muchas veces es mejor que te vean como un héroe un poco menos rico que guardarte el dinero en la saca e intentar pasar desapercibido... de eso tenemos que aprender muchos.


En cuanto al tema del pekinés, de lo malo, no se llegaron a quemar más de mil euros y el resto del tesoro lo enterró el pequeño. Dicen que la prensa del país publicó esta noticia para que la persona que los había perdido reclamase esos 10.000 euros.

¿Os he contado alguna vez que se me perdió la cartera cuando viajé el otro día a China?

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sábado, 27 de marzo de 2010

Respetar no es poner la otra mejilla

Cuando eres pequeña tus papás te dicen que hay que tener respeto por las personas, que no importa si se meten contigo, que tú tienes que ser lo suficientemente responsable como para no entrar al trapo.
Afortunadamente, nunca he sufrido acosos o bullying como mucha gente en los colegios, pero bastantes niños han pasado por eso, incluso en mi centro escolar. Se empieza por frases sutiles que el agresor lanza al acosado y se termina por grabar las palizas en el teléfono móvil (eso no lo he llegado a ver, pero tampoco me explico por qué dentro de ese grupo de especatadores la gente no hace nada, supongo que hay que estar allí para vivirlo)

Existe también un prototipo de persona que aún no entiendo. Yo lo llamo el "acosado feliz". Es esa persona, que aún a nuestra edad, tiene un comportamiento que a muchas personas no le agrada, es monotemático en las conversaciones, se sumerge en sus propios asuntos sin escuchar nada más y se ríe cada vez que se meten con él. Pero no cambia su actitud aunque directamente se lo digan a la cara. Me imagino que ese tipo de personas, para mi respetables (cada uno es como es aunque a veces ponga nervioso) tienen como mecanismo de defensa esa risa para alterar a quien se está metiendo con él.
Cada uno tiene su forma de pasar de lo que no le interesa.

A lo largo de mi vida yo no me he sentido rechazada cuando intentaba entrar en un grupo social, pero siempre hay quien no soporta cómo eres. A eso no le veo lo malo, simplemente no se puede caer bien a todo el mundo. La cuestión es cuando la persona se mete contigo, pero de forma tan sutil que no puedes rebatirla.

Por eso voy a hacerles caso a mis padres y sobre todo, tener respeto por la gente. Eso sí, un respeto que, por mi parte, bajo ningún concepto, incluya poner la otra mejilla.




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viernes, 26 de marzo de 2010

¡Empiezan mis vacaciones!

Nunca he deseado tanto unas vacaciones. Ni siquiera las de verano, porque, para mí, las vacaciones de verano no son vacaciones desde hace dos años. Nunca he necesitado tanto dejar mi mente en blanco y la carpeta en un cajón, con todo lo que eso supone, me da igual, aunque sea por poco tiempo. Nunca había tenido tantas ganas de una fiesta, o de dos, o de todas las que hay estos días.

Aparte de las cuestiones religiosas, cuando era más pequeña siempre me emocionaba con la llegada de la Semana Santa porque era tiempo de salir todo el día con los amigos, aunque fuese para ver las procesiones. Era tiempo de llegar tarde a casa, cenar cualquier cosa, volver a salir y sentarse en las aceras comiendo pipas, ligando con los chicos de al lado e incluso con los cofrades; y reírnos de todo y con todo hasta que el sol volvía a salir.
Mi primera noche entera de fiesta y sin dormir fue la del Jueves Santo. Y es que las noches del Jueves al Viernes Santo siempre son especiales. En la Plaza Mayor, en las Tres Cruces con los churros en la mano y las gafas de sol, en la Cueva Árabe... en la cara de la gente.

Ahora las cosas han cambiado, pero sólo un poco. Aún seguimos celebrando la cena anual de Viernes de Dolores con la pandilla en casa de Chus, seguimos comprando pipas y alimentándonos a garrapiñadas y a chupachuses. Continuamos viendo casi todas las procesiones y, sobre todo, aquellas en las que salen los conocidos. Escuchamos perplejos el arte de canciones como el Jerusalem o el Miserere arropados simplemente por antorchas que, en las noches de frío, transmiten cierta calidez y, a la vez, dan luz en las calles oscuras. Celebramos el Vía Crucis cada Martes Santo recorriendo los bares de la ciudad. Paseamos por Santa Clara con aquellos que nos visitan expresamente esta semana para disfrutar de ella. Nos emocionamos con la Marcha Fúnebre de Thalberg, con la Soledad, la Esperanza y el Nazareno. Nos ponemos nerviosos cuando suena el barandales a lo lejos. Cuchicheamos mientras los hermanos de la procesión del Silencio cumplen su juramento; y nos enfadamos con quienes nos quitan el sitio, con los grupos de señoras y con la gente que, en resumen, no tiene respeto.

Nunca he necesitado tanto volver a sentir todas y cada una de estas cosas y aunque muchos piensen que estos días hay que vivirlos con solemnidad en mi ciudad, yo les digo que tienen razón, que ese silencio momentáneo y esa pasión se transmite en cada uno de nosotros, pero también les comento una cosa: estos días no son para estar tristes, porque Jesús va a resucitar dentro de poco, por eso, nosotros tampoco queremos esperar tanto para celebrarlo.

Nos deje el tiempo o no.




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jueves, 25 de marzo de 2010

Julia está muerta, pero quiere bailar

Eran las dos y los ojos me llegaban al suelo. No sé si había sido un buen trabajo ni si servía siquiera, pero todo estaba acabado. Cinco horas antes preparé una ensalada de arroz y la metí en un tupper para cenarla cuando tuviesemos un momento libre. Así no perderíamos tanto tiempo (la comimos enseguida). Comenzamos a ver incluso una película que echaban en Cuatro, pero era repetida y por eso, los primeros anuncios fueron claves para ponernos manos a la obra.

Primero me tocó leer todo el texto y después me metí en el papel de Julia, una mujer muerta.
¿Sabes? es difícil hacer de muerto, sobre todo cuando no tienes una voz de la que poder tomar ejemplo. Los muertos no se ofrecen para darte muchas pistas, sólo sabes que puedes hacer bien de muerto cuando te quedas tan quieto como una estatua, pero nunca te dan siquiera las pautas de cómo hablan ellos por la radio... si sirviesen las psicofonías no me quejaría, pero podrían vocalizar alguna vez y dejar claro lo que quieren.
Julia también debió ser una mujer muy guapa porque su médico se enamoró de ella desde el momento en que la vió, incluso estaba dispuesto a vender su alma al diablo para tener una noche loca juntos.
Esa era otra dificultad, ¿qué voz tienen las chicas guapas que están muertas?

Sin embargo, a Julia le gustaba bailar. Ahí ya teníamos algo en común y además creo que era una muerta muy viva. A partir de ahí continué mi trabajo.

The white meadows


Leí varias veces ese texto para después pronunciar bien cada palabra, pero hoy ya no estaba preocupada por la locución y por eso me he puesto a pensar en Julia. Julia hablaba de la muerte y el olvido. Creo que ella tenía razón en sus palabras que comparaban ambas cosas situándolas en el mismo lugar.

Por mi parte, pienso que hay muchas personas que, por desgracia, han tenido que olvidarse de otras, por eso, ahora su corazón les sirve sólo para continuar viviendo físicamente, pero no de otra forma. Y en la vida hay tanto que queremos olvidar y no podemos que nos tiene sumergidos continuamente en una larga enfermedad. Y la enfermedad, a veces, puede resultar mucho más dura que la muerte.
Por eso, en ocasiones, el olvido es necesario, aunque muera una parte de nosotros, pero los cohetes también se deshacen de algunas de sus piezas para poder mantenerse libres en su viaje por el espacio.

La muerte y el olvido son lo mismo. Uno es la tumba del cuerpo, la otra, la tumba del corazón. Eso es todo.


Y con esa enseñanza, nos fuimos a dormir.

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miércoles, 24 de marzo de 2010

Impacientes


Diego me ha contado que se siente muy extraño cuando para su coche frente a un semáforo en rojo, porque él siempre es el primero de la cola de espera y al que siempre pitan para que salga con decisión cuando el color cambia a verde. Después de hablarme sobre esto y yo recordar las veces que había ido con él mientras conducía, es cierto, siempre se queda el primero en la cola, pero simplemente encuentro dos explicaciones a todo esto:
O que todos los conductores que le preceden sean unos impacientes, imprudentes y se escapen cuando el ambar ya ha terminado su turno o que él es un tío lento en cuestiones de conducción.

Es cierto que Diego no es Fernando Alonso y que puede ganarse un merecido pitido si está en las nubes cuando hay que continuar circulando, pero también he llegado a la conclusión de que la gente es muy impaciente.
Habrá quienes no opinen como yo y digan que el tiempo no está para perderlo entre intersección e intersección, pero digo yo, ¿se llega antes al destino si la duración de tu pitido es proporcional al número de insultos que emites en ese momento?

Me explico. No quiero justificar a los conductores tortuga, sino tratar de dar una solución a la exasperación provocada a raíz de eso. ¿A quién no le ha pasado que, mientras se está esperando en un semáforo, se encuentra con alguien y se pone a hablar por un momento?
¿A quién no le ha tocado hacer de taxista alguna vez y parar mientras el semáforo está en verde? ¿Quién no ha estado tan enfrascado en una conversación con su copiloto que se le olvidó mirar de reojo por la ventanilla?

Seguro que a casi todos nos ha pasado esto en alguna ocasión y el tiempo en reaccionar suele ser un momento ínfimo, si hablamos en circunstancias normales. Por eso, opino que es mejor esperar tres segundos en esa cola infenal de conductores sedientos de guerra y poner una sonrisa antes de tocar la parte central del volante de tu coche.



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martes, 23 de marzo de 2010

Estúpido Bill

Bill era un largarto muy estúpido. Tenía miedo de una niña.
Cuando era pequeña y veía esa escena de la película de Alicia en el País de las Maravillas me ponía negra. ¡Cómo podía ser Bill tan estúpido de tenerle miedo a una niña! era una niña grande, pero una niña al fin y al cabo...
Bill era un lagartijo con escalera que, sin comerlo ni beberlo, se ve implicado en un gran problema: sacar a Alicia de la casa del Conejo Blanco. Era fácil, sólo tenía que sacar por la chimenea a una persona de 50 metros de largo.



Lo que ahora me llama la atención es, que cuando yo era pequeña y veía esa película, todo lo demás me parecía normal, un gato que se componía a trozos, soldados anoréxicos, gente que celebraba su No Cumpleaños, relojes que se arreglaban con un poco de mantequilla... excepto que un inútil lagarto no supiese sacar a una niña de una casa.

Ahora hay una nueva película de Alicia que quiero ver, pero tengo miedo. Tengo miedo de pensar que todo lo que esté viendo sea estúpido menos a un lagarto que saque a una niña de su casa. Por eso, me gustaría volver a meterme en la mente de esa niña de diez años que se quedaba impresionada con cada personaje, objeto o animal parlante. Sin embargo, como diría Crazy Hatter: "Existe un lugar distinto a cualquier otro. Dicen que para sobrevivir en él hay que estar tan loco como un sombrerero".
Por suerte,
yo lo estoy.

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lunes, 22 de marzo de 2010

Agua

Foto:Diegodemiguel

Dicen que nadie se acuerda de Santa Bárbara hasta que truena. Hoy ha sido el día mundial del agua y parece un chiste, tanto tiempo lloviendo y hoy... ni una sola gota. Será por eso que muy pocos se han dado cuenta.

Este año, el Día Mundial del Agua nos viene como anillo al dedo. Con los embalses repletos podemos estar orgullosos y dar gracias porque, por ahora, no nos falta el tesoro transparente, ese que, dicen algunos, será la causa de la Tercera Guerra Mundial. Y el Duero brilla como nunca, aunque no con el color que mejor le sienta.

Muchos trabajadores del campo habrán aborrecido este día mientras ven que aún siguen anegadas sus tierras, pero los vendedores de chubasqueros pueden haberse puesto las botas. Nunca llueve a gusto de todos.

Lo que está claro es que el agua es nuestra energía principal y la bebemos sin darnos cuenta. Hay quienes notan su sabor y a quienes no le sabe a nada... pero nadie es capaz de separarse de ella por mucho tiempo.

Seguro que, gracias a esta agua, tendremos una primavera preciosa.



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domingo, 21 de marzo de 2010

Notas que huelen a vacaciones


En el Teatro Principal nunca me ha gustado ponerme en los asientos de paraíso y es cierto que los laterales no se los recomiendo a nadie. Pero la zona central es la mejor para escuchar a la Banda de Música de Zamora, ni siquiera los palcos más bajos que se comen una parte del escenario, no. En las filas centrales de paraíso se ve a todos y cada uno de los componentes.

Y allí es donde fuimos.

No pude contarlas, pero estoy segura de que más de cien personas eran las protagonistas de aquellas notas, de aquella música que ponía los pelos de punta, especialmente, cuando llegamos a las vísperas de la Semana Santa y lo que toca representar son las marchas procesionales que año tras año no me canso de escuchar.
Son artistas y, a veces, me entra una envidia sana de que sean capaces de leer el lenguaje de la música con tanta facilidad que apenas tengan que ensayar para reproducirlo, pero no. Ellos sé que ensayan. Y mucho. Durante mucho tiempo.
Por eso Petit se merece más que un premio de honor por su trabajo.

Más de dos horas estuvimos en el teatro escuchando desde La Cruz hasta la melodía del Nazareno de San Frontis, pasando, como no, por la Marcha fúnebre de Thalberg, que, para otras personas puede que no tenga un gran significado, pero para los zamoranos es la música del Viernes Santo, la música de las 5 de la mañana, la de los churros y el chocolate, e incluso la de las sopas de ajo o el dos y pingada.

Ayer aún no olía a sopas de ajo, pero sí a vacaciones. Y las bandas de música tienen que sufrir bastante y trabajar muy duro durante nuestras vacaciones para que nosotros, los espectadores del arte en la calle, nos sigamos emocionando cada vez que esas notas pasen por nuesto lado.



Foto:Emilio Fraile LODZ

sábado, 20 de marzo de 2010

Qué vida esta

No entiendo esto de la crisis.
No puedo comprender cómo la gente lo está pasando tan mal si los campos de fútbol se llenan cada domingo.
Tampoco me entra en la cabeza que los hoteles de casi toda España estén prácticamente llenos en las fechas de Semana Santa. Ni entiendo que para salir de fiesta nos gastemos tanto en cubatas.
No sé si la crisis sólo afecta a dos o tres personas, pero las cifras del paro no dicen eso...
A veces pienso que puede ser que la gente viva por encima de sus posibilidades y se quiten de unas cosas para hacer otras, pero ¿de qué?
Los expertos en economía dicen que es bueno seguir consumiendo para continuar con el ciclo y mover el dinero, pero no lo entiendo, no entiendo que podamos irnos de viaje a las Antípodas, regresar y continuar saliendo de cenas con los amigos.
Quizás, muchas personas ya han dejado de hacer esto, pero esta claro que una gran mayoría no (los conciertos se llenan, en los centros comerciales hay cola para las zonas de ocio, sacamos el coche para dar la vuelta a la manzana)
Fuera de cuestiones políticas y publicidad optimista, esto no sólo lo arreglamos entre todos.org, sino que cada uno debería conocer sus posibilidades y sus limitaciones antes de ponerse a llorar.

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jueves, 18 de marzo de 2010

Dilema

Después de ver cierta película de Viggo Mortensen me pregunto si, en el caso de que desapareciese el mundo tal y como lo conocemos hoy, es decir, sin seres vivos ni alimentos... y sólo quedásemos cuatro humanos en la tierra, ¿nos comeríamos unos a otros?

Estoy segura, ahora ya lo hacemos. Incluso en nuestra sociedad.
Aunque nos sobre la comida.


miércoles, 17 de marzo de 2010

Happy ST. Patrick´s Day

Me gustaría encontrarme hoy a un Leprechaun que me diese buenas noticias. Un duende bueno que me regale un trébol de cuatro hojas mientras nos tomamos una Guinnes en cualquier lugar de Irlanda donde suene U2.
Sería divertido pasar la tarde bailando al son de los Dubliners y disfrutar del color verde.
Dicen que hoy es un día en el que las hadas te pueden regalar el don de la elocuencia y del "bien hablar". En este caso, me conformo con el don del "correctamente escribir", paso a paso.

Y no son pocas las leyendas. Tim, uno de mis profesores de inglés en Santander nos regalaba "magic beans" por cada concurso que ganábamos en sus clases. Él llamaba así a los garbanzos normales y corrientes, pero para mí eran especiales, eran mágicos. Y aún los conservo en el bolso, nunca se sabe, quizás, en algún momento, tenga que utilizarlos para que me den suerte o, simplemente, para hacerme la comida. (¿Sabías que el nombre real de
garbanzo en inglés es chickpea porque, si lo miras bien, el piquito que le sobresale se asemeja a la cara de un pollito? es gracioso cuando lo miras)

Después de todo esto y como creo en los magic beans, en los tréboles de cuatro hojas y en las Guinnes... ¿Sería muy difícil encontrarme a un Leprechaun que me diese buenas noticias?






martes, 16 de marzo de 2010

Más allá de las fotos en el baño

Hay personas que tienen 14 años.

Hay personas que tienen 14 años, móvil y correo electrónico.

Hay personas que tienen 14 años ó 13 ó 12… y Tuenti.

Y sus padres les espían. Crean un perfil de nino o niña de 14 años y les espían.

Cierto es que debe haber un control en la red en el que por lo menos conozcas a los amigos de tu hijo/a, con quién sale y de qué forma se relaciona, pero digo yo… ¿no es mejor sentarte en el sofá y hablar con ellos?


El problema no está en que tu hijo/a se haga una foto en el baño con la minifalda que se acaba de comprar o sin camiseta, con el papel higiénico de fondo, el póster de los Jonas Brothers o las toallas compradas en Portugal. No. La cuestión es que tengas la suficiente confianza con tus hijos como para que te sientes con ellos y ellos mismos te enseñen fotos, fotos de amigos e incluso algún comentario si es que todos pueden acabar con su intimidad… siempre advirtiéndole de que las personas reales pueden no ser las que ellos piensan que son en la red.

Y si la cuestión es que ellos saben más que tú en lo que a internet se refiere… ¡ponte al día! pregúntale cómo va eso de las redes sociales, ten inquietud e incluso créate un perfil, por ejemplo, en Facebook. Pero no espíes a tus propios hijos. Yo tengo un hermano de 14 años y me río con él como nunca cuando vemos juntos fotos de sus amigos e incluso las suyas. Pero no espíes a tus propios hijos, porque los "niños", tarde o temprano, se hacen adultos y lo más importante: no son tontos.


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lunes, 15 de marzo de 2010

Mi pueblo en la línea de la primavera

Si hay algo que me gusta de los domingos no sólo es levantarme tarde, sino salir con mi familia de casa, a cualquier parte. La primera afirmación ocurre muy a menudo, pero la segunda apenas la practico, por eso aprovecho todo lo que puedo los días que no tengo que estudiar o hacer trabajos o etcéteras.
Y si hay algo que me puede gustar de los lunes es que puedo escribir en mi blog sobre los domingos...

Os enseño Tardobispo, mi pueblo (de mi madre).
Mi hermano suele ir allí a ensayar para sus clases del conservatorio (no molesta a los vecinos) y yo, el domingo, mientras caía la tarde, me he dado un paseo por las calles del pueblo aprovechando la tregua que nos ha dado el tiempo entre los diluvios.


La iglesia, situada en uno de los puntos más altos. Este es el primer lugar de encuentro y socialización de los habitantes del pueblo y visitantes donde, en las fiestas los días 6 y 7 de agosto, acudíamos con las mejores galas. La verdad es que su acceso está muy arreglado desde hace un par de años, pero eran muy graciosas las caídas que nos ganábamos de pequeños bajando a toda pastilla por la cuesta sin asfaltar, menos mal. Por detrás estaba el "frontón" y durante mucho tiempo hubo también una canasta de baloncesto.


La cruz en la Cañada Real. Con uno de los remolques que aún están en servicio. Por ese camino iba con mis primos a recoger moras con la bicicleta cuando se iba el verano, pero en estas fechas hay que sortear el barro y los charcos que dejan los surcos de tractor.


Un gato observa a varios niños que juegan al balón. Parece mentira, pero en un pueblo de no más de cien habitantes durante el invierno, no sé si un tercio son niños, pero que lo visiten asiduamente...sí.


La plaza y su decoración. El segundo punto de encuentro. Lo que más me llama la atención son las tres farolas a cada lado del recinto de la plaza, era raro verlas a las tres luciendo a la vez porque, cuando te acercabas o la tocabas mínimamente ya se había fundido una, aleatoriamente. Creo recordar que aún es así...


El punto de encuentro por excelencia. El bar de Zoilo. Los helados de verano siempre saben más ricos en el bar de Zoilo, pero no es esa la característica del Bar Central, sino su exquisito Churrasco que está para chuparse los dedos. Si yo fuera tú me pasaría por allí un sábado por la noche a cenar, eso sí, coge sitio rápido.


Vista del pueblo desde el Teso. Las chimenas pertenecen a las bodegas porque la mayor parte se encuentran en esta zona del pueblo. El Teso nos daba la vida en el sentido de que era el único lugar donde podíamos pillar cobertura años atrás y, aprovechando las visitas al Teso para llamar por teléfono, quedábamos unos cuantos a una hora determinada, subíamos hasta allí arriba y pasábamos horas enteras charlando o intentando pillar estrellas fugaces, incluso por las noches donde ni siquiera llegaba la luz de las ténues farolas.


Podría mostrar hasta setenta fotos más enseñandoos cada calle y cada rincón que, para mí, tienen mucho significado, pero podemos hacer un trato: os dejo con un poquito de intriga y ahora simplemente tenéis que hacer una cosa: ¡visitarlo!



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domingo, 14 de marzo de 2010

Con las manos en el Paraguas

Es triste robar. Pero aún es más triste cuando, minutos más tarde, te pillan por la calle con ese objeto y te lo quitan de mala leche.
Eso es lo que le pasó ayer a mi paraguas.

Antes de nada os pondré en antecedentes. He de decir que mi paraguas es un paraguas comprado en los chinos hace cinco meses después de que se me perdiera uno de 20 euros. Este es de cuatro.
La forma de mi paraguas de los chinos es muy peculiar, es de mano, pequeño y azul con cuadros, pero las barillas se guardan hacia arriba y por eso, una vez abierto, si hace aire nunca se da la vuelta y es genial.
Me gusta mucho ese paraguas.
La cinta que se utiliza para guardarlo una vez plegado está rota, hace un mes se le perdió el velcro que sujetaba una y otra parte; y ahora no puedo mantenerlo cerrado si no lo meto en algún bolso o lo agarro con las manos, pero me sigue gustando mucho, es el paraguasque más me ha durado y el que, después de ayer por la noche, creo, más me va a durar.

Volvamos al escenario del crimen. Aún consciente de que mi paraguas podía ser robado durante una noche de fiesta, lo dejé encima de la barra del bar La Rosa mientras me disponía a ir al servicio.
María y otras amigas custodiaban la zona, pero nada se puede hacer con personas que los sábados noche tienen tan pocos amigos para pasarselo bien que disfrutan mangando el cazo, en este caso, mangando lo que no es suyo: mi paraguas.
La cara de María se quedó igual que la mía cuando descubrimos que había desaparecido, yo le dije que cuatro euros tampoco iban a ningún lado, pero ella se empeñó en ir más allá y empezó a mirar a todos los transeúntes de Los Herreros desde dentro del bar.
De repente, allí pasaban.
Mery no lo dudó y salió corriendo detrás de uno de ellos, lo alcanzó y le arrebató el paraguas con una cara que raras veces había visto en ella. "Dame eso que es MÍO", dijo enfadada.
Yo no puede reaccionar de otra forma que muriéndome de risa una vez volvió al bar. El "pequeño" ladrón cuya cazadora parecía recién salida de la cabalgata del Orgullo debió quedarse con una car bastante desconcertante.

Después de todo esto, sólo me queda recomendar que, esto es sólo un paraguas, pero de los despistados viven los espabilados (gente de cualquier tipo, bien vestida o no, inmigrante o vecino, pero todos sin escrúpulos)
Y que esto ocurre todas las noches.
Y no son sólo paraguas de cuatro euros lo que desaparece.



Mi paraguas. En el salto de Villalcampo (Zamora) con mi hermano.

sábado, 13 de marzo de 2010

Hola!

Hola! Debía volver, sí. Pero no con mi blog anterior, creo que han pasado tantas cosas desde el último post hace seguramente más de un año que debía renovarme, eso sí, sin olvidar nada de lo que escribí en él.

El miércoles escuché a dos de mis amigas que hablaban acerca de la escritura de sus respectivos blogs... entonces me pregunté qué había sido de el mío y por qué no le dedicaba cinco minutos... uno siempre tiene tiempo para hacer lo que quiere... por eso, en parte, gracias a sus palabras me han animado de una u otra forma a no dejar esta costumbre.

Por otro lado, mi profesor de tecnología nos está enseñando a crear nuestra propia página web, cuando acabemos, si me veo con fuerzas, podré mover este blog a la nueva dirección... o no... tampoco me preocupa demasiado y el hecho del diseño no ha sido algo que vea tan esencial en mi blog en concreto.
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Otro punto importante: ¿Por qué este título?
Hace unos días estuve tomando un café con una gran persona. Una compañera de facultad que es terriblemente buena conmigo. Después de hablar sobre nuestros problemas, desengaños y caídas en picado (en las que aprendes a levantarte) se me ocurrió, de vuelta a Zamora, si realmente era necesario comerse tanto la cabeza o, por el contrario, lo más importante en esta vida es vivirla que, al fin y al cabo, es un ratito.
Yo me quedo con eso.

Bienvenid@, si es que has topado con esto por casualidad... o querías echarle un vistazo.
Un abrazo my grande.

Lucía