jueves, 27 de mayo de 2010

Trucos pedagógicos

Suena el teclado de Miguel. Acaba de componer una nueva melodía y está probando el resultado.
Estos días necesito cierto silencio en mi vida, pero el caso es que esto me da un respiro entre estudio y estudio.

Y es que la biblioteca nunca se me dió bien. Demasiada gente, demasiadas distracciones y ni un sólo minuto de concentración y eso que todos vamos allí a lo mismo... creo.
Dicen que estudiar en la biblioteca siempre es mejor porque no tienes una nevera a la que asaltar cuando te entra gula, pero estudiando en casa una tiene sus propios trucos.
.No levantarse de la silla hasta que no se cumple una hora prefijada.
.Entrar en internet después de haber terminado cierta parte.
.Salir a tomar algo a partir de las nueve de la noche. No antes. Ni estar hasta mucho después.
.Hacer una pequeña siesta tras el postre.

Cosillas que me motivan en cierto sentido para no amargarme estos días. Si sirven, os las presto, aunque sin fuerza de voluntad no existen milagros.
Rebeca tenía en su escritorio pequeñas galletas con trocitos de chocolate. Cada vez que se aprendía nombres raros se comía una como recompensa. Yo, por ejemplo, este método no lo puedo utilizar porque no quedarían galletas más que para una página, y mis apuntes no tienen precisamente muchos nombres raros.
¿Tenéis algún truco más para llevar mejor los estudios?


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miércoles, 19 de mayo de 2010

El optimismo que convive con moscas tras la oreja



Si después de esperar, el veredicto no falla a tu favor, hay dos caminos por los que continuar. El fácil contempla la opción de darle la espalda a la vida, llorar por los rincones y fustigarse hasta sangrar. Pero el más complejo te permite focalizar la vista más allá de tus narices.
Hay veces que las decisiones te hacen más fuerte y, sin pensarlo, un favor. Un favor que debe aprovecharse con todas esas fuerzas y con el optimismo de pensar que en esta vida de todo se aprende, sobre todo, de las personas que no te lo ponen fácil.
Y qué bien poder saber luchar.
Tengo muchas ganas de comenzar mi verano. Me encanta el calor, las camisetas de tirantes y las ganas de sentirme útil.

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En otros asuntos: si antes del verano las moscas tras la oreja nos chivan malas noticias, la opción de quedarse sentado con resignación no se contempla. Y es un pequeño aviso.


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sábado, 15 de mayo de 2010

A la espera


La capital me recibió triste, lluviosa y helada, pero se despidió de mí con un sol radiante. Espero que nada tenga que ver mi marcha con su estado de ánimo y sean las fiestas de San Isidro la causa de esta tregua temporal, que, espero, sea definitiva.
Creo que el azul del cielo hoy es capaz de reflejarse en alguna de las calles. Aún así, echando la vista hacia atrás, pienso que el frío no ha sido capaz de amedrentar mis ánimos; y es que hay quienes te arropan con tanta fuerza que no eres capaz de sentirte una persona indefensa incluso en la gran ciudad. Eres capaz hasta de olvidar por momentos la tensión del viaje y sus verdaderos fines.
Cuando te sientes a gusto con lo que haces, cuando la mano familiar te presta mucho más de lo que puede y consigue que no desaparezcan tus esperanzas… puede que sea el momento de agradecérselo. Mucho. Y al volver, vuelve el estrés, la espera, los apuntes y quienes siempre te esperan con una sonrisa.

Me gustaría ser ese mago Australiano que se coloca en la mitad de la Plaza Mayor y, sin saber si alguien le estará entendiendo al hablar, comienza su show en el que, delante de todos los espectadores, dos ayudantes le rodean el cuerpo de plástico envolvente y lo rematan con una cadena de hierro. A partir de ahí, el mago se encuentra solo. Delante de todos. Un niño sale a ayudarle y él se niega porque el suspense es parte del espectáculo. Finalmente, consigue deshacerse de todo aunque eso implique quedarse en unos graciosos calzoncillos. Pero es el riesgo que tiene que correr. Cuando termina el espectáculo, todos tienen un euro para darle y decirle, sin palabras, que vuelva otro día.
Ojalá volviera otro día. A Salamanca, o a Zamora. Que se viniera conmigo, que en cada parada hiciese un nuevo truco.

Puede que vuelva, si no es él, que sea su ilusión y sé que todo se basa en la espera. Esa maldita palabra que hace que te muerdas las uñas y que, si no se va nunca, es capaz de dejarte una ansiedad difícil de superar.




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miércoles, 12 de mayo de 2010

Mejores cosas que hacer


- ¿Ya has acabado?

- Sí, bastante cansada, por lo menos con este ejercicio me ahorro el gimnasio.

-Yo de joven también bailaba. Pasodobles. Para conquistar a la que ahora es mi mujer, pero llevo ya décadas sin practicar nada.

-Pues apúntese a las clases.

-Jaja. ¡Qué va! ahora tengo mejores cosas que hacer.

-Es una pena entonces. Hasta el miércoles.


Creo que el hombre quería decir, simplemente, "tengo otras cosas que hacer".
Cuidar de la familia, mantenerla, trabajar duro o tener una vida más o menos estable puede hacer que no tengas tiempo para otras cosas, pero no lo llamaría mejor, en todo caso "algo más".
Ese hombre bailaba pasodobles para conquistar a una mujer, ahora que ya la ha conseguido puede que tenga mejores cosas que hacer, como mantenerla, pero no se da cuenta de que la solución la tiene mucho más cerca de lo que piensa.
El baile es apto para todo el mundo y una de las mejores cosas que hacer cuando puedes hacer cosas mejores. Conozco a pocas personas a las que no las haya visto bailar, al menos, una vez en su vida. De hecho, sólo diría a una, pero no voy a mojarme.





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martes, 11 de mayo de 2010

El final de un antes

La mejor asignatura de mi carrera... D.E.P.



Si esto estuviese ocurriendo hace un año, Lucía acabaría graduada sin pensarlo.
Este año tengo la opción de cambiarme al Plan Bolonia o seguir con la licenciatura... y me lo he pensado mucho durante un curso entero, pero desde hace unas semanas lo tengo claro.
Lucía acabará licenciada.

No es algo entre lo que esté dudando, es algo que voy a continuar. Tampoco soy conservadora en temas académicos, pero precisamente mi plan de estudios personal no ayuda a que me cambie de modalidad.
Si en algún momento me toca trabajar fuera de España, lo primero, ¡Cómo me gustaría que fuese en América! y lo segundo, arreglaré los papeles que hagan falta. Si durante ese tiempo, una empresa ve mejor que se incorpore al mundo laboral un graduado, puesto cedido, pero no puedo cambiar algo que durante cuatro años he estado creando. Lo que no tengo muy claro aún es si en un futuro seguiré estudiando o no, en caso afirmativo, el nuevo plan ya me convalidaría con Europa cualquier formación que haga a posteriori.
Ahora soy joven, inexperta y con pájaros en la cabeza. Si algunas de estas premisas me impiden que trabaje dónde, cuándo y cómo... habrá que luchar para que, por lo menos, exista un por qué.
Todos aquellos que se cambian, especialmente de otras carreras que sí merece la pena cambiarse y que marcarán el principio de un después, nos vemos al final. Para los que se quedan conmigo, marcaremos el final de un antes.

:)


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lunes, 10 de mayo de 2010

He vuelto


He vuelto.
No sé si con las pilas cargadas, pero, por lo menos, puestas en su sitio.
Vuelvo a la normalidad si algún día la hubo, con algún kilo menos, con ojeras de más en proceso de recuperación. Sin embargo, no me arrepiento de nada y es que, cuando dije que había más gente extraordinaria de la que pensamos quizás me haya quedado corta. En este tiempo de paréntesis literario hay algo que ha cambiado bastante en mi persona, empezando por la capacidad de aceptar todo lo que venga, bueno o malo; y terminando por la ilusión.
He recuperado la ilusión. He intentado que otras personas se contagien de ella. Y los pasillos de la facultad han comenzado a mostrar una nueva perspectiva no solamente académica. Además, he sido feliz viendo como más de 300 cabezas locas disfrutábamos juntas. Daba igual la edad, el sexo, el curso, la carrera...
He vuelto.
Con una sonrisa de oreja a oreja puedo decir orgullosa que aún quedan personas por las que merece la pena luchar, porque me han aportado un trocito de sus motivaciones, porque no tienen miedo al qué dirán ni a rendirse por el camino.
He aprendido a trabajar en grupo, aunque tenga que disculparme por mi vena nerviosa o por algún malentendido.

En esta vida todos participamos en un concurso. El de la felicidad. Bien sea mediante el dinero o utilizando los procedimientos que hagan falta para conseguirla, pero en ocasiones no nos damos cuenta de que no es necesario llegar a una meta si durante el camino hemos sido los más afortunados. Nos hemos crecido juntos, hemos crecido juntos.
Por eso, si además de recorrer el camino obtenemos una recompensa debemos darnos cuenta de que no ha sido gracias a una persona o a dos, o a seis. Ni siquiera al dinero.
La palabra "juntos" siempre ha sido la clave.

Creo que no he perdido el tiempo en mi ausencia, por eso no voy a disculparme (al menos, a mí misma) por haber tardado tanto en volver. Tanto mis amigos como mis enemigos leeran esto sin distinción. A todos ellos, bienvenidos de nuevo.



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