martes, 1 de noviembre de 2011

Cinco años en una cajita de recuerdos


Fran Perea bajó aquellas escaleras con su barandilla roja en el centro. No recuerdo muy bien de qué temas habló que estuviesen relacionados con el periodismo, pero la promoción de El Camino de los Ingleses la tengo presente. Nuevas caras, nuevos compañeros con miradas de  indecisión que comenzaban primero de carrera sentados unos junto a otros. A mi derecha, Ángel, a mi izquierda María, lo recuerdo como si fuese ayer.
Parece que el curso comenzaba bien, la gala de las fiestas en aquel año fue increíble y parecía animarnos a lo que nos tocaría años después, sin embargo, mucha fuerza tuvimos que sacar de dentro cuando a las ocho de la mañana nos esperaba (o nosotros a él) el señor Macías, impecable, para comenzar las clases.
Las clases de publicidad de Óscar las recuerdo especialmente, sobre todo las prácticas: aquel briefing currado de mis compañeras y en el que tuve que aportar la voz a lo "Rosana", o que ganásemos enemigos por ello, con razón en muchos casos, pero todo se resuelve cuando conoces realmente a aquellos con quien creías que no ibas a relacionarte nunca y resulta que son increíbles... y los años de carrera me lo demostraron.
Un primero en el que Plaza me introdujo a la redacción y JuanRa me demostró que la belleza sí está también en el exterior.
Historias, conferencias de prostitutas, Eva llorando en Comunicación Interpersonal cuando relataba su discurso ante la ojiplática mirada de Salgado, las fiestas que se van de las manos... Salamanca querida.
Las horas en el autobús parecían interminables, Toño, Domigo y los gamberros de la parte de atrás... reconozco que eso no lo echo tanto de menos porque esos mismos personajes todavía me los sigo encontrando esporádicamente, eso sí, como unos grandes.
Comenzamos a dar los primeros pasos en un periódico para estudiantes, Tribuna Universitaria, por parejas recuerdo. Mi primer reportaje fue sobre Letra Contemporánea, doble página y que realicé en dos semanas o más, un reto ahora impensable. Además, el trabajo salía gracias a los retoques que corregían María Jesús y Ana, responsables de la edición.

Lo cierto es que Segundo pasó sin pena ni gloria, muchas de las asignaturas no me gustaban, para qué vamos a engañarnos, pero siempre tengo la esperanza de encontrarme con alguien de la tierra gemela que me de twater para beber. Con cariño recuerdo el viaje a Madrid las niñas con Toño para entrevistar a Ángel Martín y de paso acudir a "Sé lo que Hicisteis".
Las clases de Valvey me hicieron reflexionar sobre las portadas informativas y las fotos de mujeres embarazadas.

Tercero, muchos de Erasmus, otros preparándonos los quesitos del trivial o recogiendo frases de María Rubio para aplicarlas en la vida. Comenzamos a conocer los estudios de radio y los platós de televisión, Michi nos puso en su examen un fragmento de Los Soprano, sí, un flashback, pero la parte de Nuria me salió mucho mejor. Mi primera aparición en cámara fue haciéndole una entrevista a Morchón sobre su vida, y Alba me la hizo mí. Me encantaba ese grupo.
Laura y yo pasamos muchas horas de ensayo con Lucía Rodil y más voluntarios para aquella coreografía eurovisiva. María cada vez estaba más guapa y preparada para la ocasión y nunca podré agradecerle ni a ella ni a Alfredo que hayan querido contar conmigo. Los días en Barcelona fueron inolvidables para bien, sí, para bien, fueron más de cinco y el último, a pesar de los pesares, fue el mejor gracias a todos los que estuvieron allí y a Llana, Carlos, Merichel y un largo etcétera (aunque Carlos robara dispensadores). En las aulas todo iba normal hasta que alguien sugirió que sería el espectáculo de nuestras vidas... y no volvió a aparecer por clase.

En Cuarto nos especializamos por carreras (algo que no volverá a suceder gracias al Plan Bolonia) conocí a la gente de la tarde que en tres años no había visto. Chelo, Gloria y Aurora me hicieron amar la radio, cada Navidad pongo el programa especial que hicimos Manuel, Lidia, Cristina, Lauras, Alba, Patricia, Elena, Carmelo, Tere, Germán y yo... inolvidable.
Y el segundo cuatrimestre llegó el caos, ¿cómo compaginar los estudios con un Lip Dub? prueba superada. Patricia, JuaFran, María, Nacho, Tere y Eva lo hicieron posible... como también hicieron que fuera normal pasar parte de la noche en la facultad cronometrando, subirse en un montacargas, contar a la gente, marear a las redes sociales para que todo el mundo conociese el vídeo, hacer bases de datos y coordinar a más de trescientos voluntarios, trescientas mil gracias y perdones por quienes apenas salieron, pero querer que todo el mundo participe en tres minutos... a cien por cada uno.
Raúl y Pablo fueron a conocer Zamora y pasar una bonita velada con nosotras, aún recuerdo la noche en el castillo comiendo mini bollitos de hojaldre.

En esa facultad también se respiró amor, desamor, enfados de bibliotecarias cuando el tono de voz sobresalía, días enteros fotocopiando periódicos o llamadas desesperantes a Eduardo cuando nos habíamos quedado sin batería en la cámara.
Cómo no recordar las clases de libre elección (yo escogí todas las que carecían de examen) y escogí bien, porque la de los mayores ha sido una de las mejores de toda la carrera sin duda. María Eugenia y Pablo Rey, con aquel análisis de Quino por el que Pepita daba el alma.
Los conserjes preguntándome de qué color era mi pasmina después de haberla perdido por las aulas.
Serafín y Ángel, unos grandes, aunque el catering Disan nos hizo coger unos kilitos de más. Aún así no cambiaré tardes perdidas en cafetería, con cadena 100 de fondo o los informativos de la televisión en mute.

El último curso fue nuestra novatada (¡qué ironías!). Que si me siento en las escaleras para coger apuntes, que si te pongo una instancia para dar las clases que nos corresponden, que si somos un mísero dos por ciento... cosas que poco a poco fueron solucionándose, y un Javier Nó que pudo escucharnos. 
Nueva York y Nacho.
Sin duda, lo que me puso más nerviosa de todo en este paso por la universidad fueron las palpitaciones previas a la nota que salía de la intranet, cuando introducía mi usuario y contraseña y se me aceleraba el corazón antes de ver el tablón de calificaciones, un sinvivir.
El equipo del informativo de televisión con quien muchos ya había coincidido excepto Marta, Ylenia, Elena, María y Lauras.
El discurso magistral de Rivas.

Las mesas incómodas de las aulas, los "sofás" del auditorio, los Macs, los sudokus de El Mundo, la "capilla" de abajo, las colas en fotocopiadora, las salas grupales y mortales de la biblioteca, Mercedes Ramos calmándonos en el oral de derecho, Sole reprochándome que comiese tantos bocadillos o los ositos de gominola que comían Sara y Vero, los disfraces de Raquel y Pablo, las preguntas e inteligencia de Patricia, Cagi y el discurso, Jose Pablo, Adrián, el senior Rufete, el compañerismo de Indarte, Carlos, Fernan, Álvaro, Ana Blan, Carmen y su vocecilla de gran persona, Puri, la paciencia de Luis con los mayores, Rocío, Sandra, el compañero de Lne Antuña, Alba Bermúdez, la personalidad de Ana, Lara y Elena, Olalla, los ratos de radio con Tania. 
Sande, Héctor, Chema, Andrés y la sauna, Manuel Caramelo, las llamadas de María Juanes, ambos Sergios, Ana Díaz y Carol, la inquietud de Carmen Romero y el cariño de María Díez, Paloma, Chela y María pasando frío con nosotras en la plaza mayor mientras repartíamos vasos, y con Cruces el destino me vuelve a unir... 
Lo cierto es que echo de menos mucho de esa facultad. El bastante y demasiado los dejaré para cuando pase un tiempo aún, pero que ya me está ocurriendo con muchas personas que conocí allí, solo espero que esta nueva etapa sean aún más felices y que podamos encontrarnos en la mitad de este camino que no es fácil, pero ya estábamos advertidos.
Para estos periodistas y resto de profesionales de aquella promoción:
Suerte.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Estío sin hastío (II)


Un pequeño pueblecito castellano nos esperaba con litros de agua, azúcar y vino sin taninos finos. Los primeros días se pasaron volando mientras preparamos los disfraces y complementos estrella, pero antes de que llegara ya éramos conscientes de que el año que dejemos de ir, bien por nuestras nuevas vidas, bien por lo que nos depare el futuro... lo echaremos de menos.  Y mucho.
El jurado falló a nuestro favor, un hecho del que se desprende una amistad y un par de cumbias y bachatas.

Y para hacer honor a agosto nos convertimos en turistas de la fiesta rural. Villafáfila (lugar lagunero), Fariza (forasteras susceptibles de ser apaleadas), Granja (arte y selva), Puebla de Sanabria y su lago (noches frías pero siempre inolvidables y días de picnic) San Marcial (miles de peñas) y Villaralbo (ese vecino).

Uno de los acontecimientos que anuncian la despedida del verano, al menos de esa cruel denominación de "temporada alta" es la Semana Grande de Bilbao, que nos esperaba con amenaza de lluvia. Pero al pasar Pancorbo el tiempo se apiadó de nosotros y la playa de Azkorri lucía verde y azul, envidiable. Pese a que los conciertos no fueron el plato fuerte, la bebida y la comida aliñada con música de diferentes estilos llegaban a formar un rico menú, como los del puerto deportivo de Las Arenas, lugar de paso y abono diario obligado.

El final de agosto fue triste, pero así es la vida, todo pasa y todo queda... y él quedará siempre en nuestros corazones aunque sea en forma de sonrisa.

Y aunque haya tiempo para todo, llegó el momento de estudiar para una asignatura remolona. Días de recolección adecuada de apuntes y estudio intensivo que, espero, haya dado su fruto. Parece una tontería, pero cuantas más tareas ocupan tu mente, más fuerzas salen para hacer cosas, así que voy a intentar mantenerlas, tanto para lo que queda de curso como para trabajar... y estos meses pasados me han dado un chute de optimismo.

El resto de septiembre continúa nervioso con un safari taurino entre medias, Salamanca que nos quiso decir adiós vestido de casetas y pinchos, matrículas nuevas, mejora de idiomas, un tour por la vendimia como "mi primera vez" y las despedidas de algunos amigos que abren las puertas a una nueva etapa. 
Espero que todo vaya bien...


viernes, 23 de septiembre de 2011

Estío sin hastío (I)


Muchas veces pienso en volver a aquel 24 de junio y revivir cada uno de los días pasados, pero no merecería la pena desperdiciar futuros viviendo de lo que ya ocurrió así que, como es usual, lo haré en forma de recuerdos que si pueden seguir escritos, volveré aquí para leerlos una y mil veces.
--La economía en ocasiones se basa en unas cañas de menos que generan unos euros de más para el ahorro. Eso sin olvidar todo el trabajo veraniego del que no me he librado y con el que realmente puedo decir que estoy agradecida teniendo en cuenta la situación actual.--

Las fiestas de la ciudad a finales de Junio no lograron ser superadas por aquellas del 2009, pero es gratificante terminar los exámenes con celebraciones en la calle. Y esos amigos que comienzan sus vacaciones contigo entre embalses, piscinas y timbas.

Una llamada que invita a viajar a Portugal a principios de Julio para revivir momentos únicos, como aquellas noches de suspense entre luces y sombras de juegos preadolescentes, intentos de pronunciar palabras lusas, dormitorios comunes y demasiados bailes. Guías que se convierten en amigos.

La excusa de conocer lugares es perfecta si una boda es el objetivo. Esa Granada tan orgullosa, amable y deslumbrante como sus habitantes, como sus laderas y sus amaneceres a treinta grados, la ciudad en la que dormir (y lo dice una amante del sueño) es una pérdida de tiempo. Al Andalus.

El verano sin visitas estivales de rigor tampoco es lo mismo y mis London friends fueron la clave para un 2011 que se antojaba ansioso de una Europeade que hacía tiempo no llegaba. Desde Nothin Hill hasta el Eye, los días fueron realmente de película. Una película sin subtítulos al castellano, una forma de reforzar mis conversaciones anglosajonas que reducen su oportunidad en España, un paréntesis en el que la comida india tuvo el protagonismo y mis dotes interpretativas se dejaron claras en Trafalgar Square. Unos grandes todos los que me acompañaron.

Algunos amigos me están enseñando lo interesante que puede llegar a convertirse el mundo del vino y su cultura... y aunque fuese para dejar de continuar en mi total ignorancia, no quise dejar pasar la oportunidad de conocer una de las zonas idóneas para los entendidos. La Rioja. Elciego y sus entramados nos dieron la bienvenida entre copas con finos taninos y tintes rosados en los bordes. Aunque sigo sin notar muchas diferencias gustativas, pero eso es debido a mi tozudez.

La costa catalana. Barcelona entre frutas, la romana Tarragona, la atracción de su parque de atracciones y los días grandes de las fiestas patronales de Nulles, con cenas y sorpresas especiales. El bar de los mojitos a domicilio y los vecinos ligones de al lado. El balcón del mediterráneo nos abrazaba con helados giratorios. Tampoco perdieron protagonismo los gritos eufóricos y unos dientes resentidos por tanta excitación. Un sheriff para protegerme de los forasteros. Un camarero que regala entradas y una temperatura mediterránea del agua que se olvida de mi parte más friolera.

Y Zaragoza nos mandó pasear por su basílica, tan obligada y fresca. Aunque hay mediodías en los que las cañas heladas en un callejón sombrío hipnotizan más que un mausoleo. Mientras el Ebro moría de sed, los turistas mojaban sus cuerpos en las fuentes.


Julio decía adiós, pero agosto se frotaba las manos.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Solo puede ser ella


"Querida sobri: parece que fue ayer cuando eras un cocolito y ya terminas la carrera ¡el tiempo es veloz!

Lucía, esta profesión con la que has soñado desde niña te dará muchas satisfacciones personales, espero que te deje una válvula de escape frente a la injusticia y la mentira, que también te facilite el cocido claro está. No olvides que no nos preparamos para ser felices mañana sino que tenemos que serlo hoy ¡el tiempo es oro! tu profesión es bonita, sacrificada, laboriosa... pero para que crezcas debe ser honesta. Te dará oportunidades y decepciones como cualquier otra, intenta luchar por la legalidad, tus principios y convicciones pues para ceder siempre queda tiempo. Espero que nunca olvides que estoy aquí. Un abrazo muy fuerte".

Conce

jueves, 8 de septiembre de 2011

Fiestas de cuento


En aquella noche las estrellas parecían más lejanas. Era un lugar oscuro y en ese mismo momento, el sonido de sus pasos corriendo a toda velocidad era el único audio que se escuchaba mientras las sombras de su cuerpo se proyectaban en las paredes. No podía gritar, ni siquiera respirar fuerte porque cualquier movimiento en falso podría delatarle, además, ya estaba cerca de aquel callejón oscuro y era el escondite perfecto. Pero el enemigo ya conocía sus maniobras y en un descuido, una fría mano comienza a golpear su espalda...
¡¡Ajá te he pillado, ahora te la velaass!!

Era el turno de buscar un nuevo juego, pero el sonido de las campanas de madrugada advirtió a los más pequeños que era la hora de descansar y por eso corrieron deprisa hacia sus casas, con alguna que otra caída, eso sí. Y es que aquellas calles traicionaban a los más veloces porque dejaban en las piernas una marca de recuerdo que se confundía entre asfalto y arena. Una vez en sus casas, los jóvenes del condado tomaban las calles con latas y canciones anunciando la llegada de la celebración. En los hogares, otros se quedaron preparando los banquetes y sobre todo, la bebida condimentada a base de vino, cítricos, azúcar y agua para que no faltase en ninguna de las bodegas ni en las casas de las familias, en esos momentos, nerviosas por que todo quedase listo.

Y así fue. Al día siguiente, el sacerdote del lugar preparó la eucaristía mientras le ayudaban los monaguillos más atrevidos y el coro, que estaba situado en la parte más alta de la iglesia y que contaba con diferentes voces e instrumentos para la ocasión, entonó aquellas melodías que había preparado para los oficios.
Aquel templo era especial porque se consideraba el monumento más emblemático del pueblo, de orígenes románicos, pero que muchos conocen realmente porque un rayo acabó con su torre años atrás. Menos mal que, de todos los vecinos del poblado, concretamente unos afanosos albañiles autóctonos se habían encargado de dejarla como nueva, restaurarla y convertirla en referente de todos los alrededores.

A la hora de la Santa Misa, toda la aldea vestía de gala. La cuesta empinada que comunicaba el templo religioso con el centro urbano se convirtió en una pasarela de encuentros, recuerdos, risas y carreras para contar todo lo que había sucedido durante un año entero. Y es que, a pesar de ser un pueblecito situado cerca de la capital, muchos de los habitantes tuvieron que dejar su casa para trabajar en otros lugares, por eso, cada año el reencuentro era tan especial, como especiales y envidiables eran los pocos agricultores que con el trabajo de sus manos y a la vez, sus nuevas tecnologías, todavía hacían que las tierras de ese lugar dieran los mejores frutos de la zona del vino, además los ganaderos habían sorprendido anos atrás a los niños en esas fiestas, dejándoles correr detrás de unos gurriatos resbaladizos y cuya captura era la tarea principal solo para ganar un gran premio que consistía en una bolsa llena de gominolas y dulces.

Durante el desfile hacia la taberna, antes de comer, un grupo de trobadores entonaba músicas tradicionales de la comarca y el sheriff dió por inaugurados los días de El Salvador. Había quienes con un corto y una tapa podían durar hasta la hora del almuerzo, y quienes necesitaban tres o cuatro de las grandes para ponerse a bailar y cantar con aquellos trobadores. Lo que muchos no sabían es que en la taberna central lo mejor de todo eran las cenas. Su churrasco, sus brasas y sus pulpos atraían a más forasteros que a los propios vecinos. Pero aquella no era hora de hablar de cenas, sino de bermús. Se comentaba por ahí que un cantante llamado el “Rubio” afinaba muy bien con su single “cocidito madrileño” en sus años mozos. Para aquellos que no creéis esta leyenda os invito a conocerlo en Youtube, junto a otro grupo de expertos en ceremonias preparando limonada que me he encontrado por ahí. Lo bueno sería no invitarle al concurso de karaoke porque sino tendría garantizado el primer puesto.


Pero sigamos con nuestra historia porque en esas horas en las que el sol picaba con más fuerza, el único alivio era el frescor de las casas donde echarse una siesta significaba un sueño que duraba horas... también es cierto que muchos jóvenes preferían bajar al parque y alejados del pueblo, contarse secretos y poder hacer de las suyas que a la vista de los padres, no era muy adecuado. Y si el calor mandaba, allí se montaba la guerra y no precisamente con pistolas sino con globos llenos de agua que llenaban de colores el suelo. Muchas monitoras y expertos en el jardín de infancia hacían más divertida la velada de los más pequeños y es que cuando en un lugar el 50 por ciento de los ciudadanos son gente menuda, uno debe replantearse si volverse ¿por qué no? un poco niño también.

Las bicicletas en el pueblo por supuesto que eran para el verano. Un arsenal de conductores de estas dos ruedas conocía de sobra el alfoz, desde el camino de la cruz hasta el cruce de la circumbalación pasando por la laguna de las coronas, la fuente de la Encina o Fuentesalgadas.

De repente, una caravana de forasteros comenzó a llenar de furgonetas la plaza central del poblado. De allí comenzaron a salir un toro de plástico con motor que se movía como loco, un conjunto de colchonetas llenas de aire para saltar hasta perder el equilibrio y un cañón con un líquido extraño que se convertía en espuma que hacía las delicias de pequeños y no tan pequeños.

Aunque los que preferían darle duro al coco, de forma distinta a la de aquel toro de plástico, se batían en duelo en la cantina central. Allí fluían las cartas sobre la mesa, junto con alguna copita para mejorar la concentración. Y todos trataban de demostrar su diestra en las cartas, aunque los altos puestos estuvieran ya cogidos por los valientes que se concentraban para derrotar a los forajidos de los pueblos vecinos.

Precisamente en gran número llegaban también aquellos forasteros que sin pasar por el centro del pueblo se concentraban con los mozos a las afueras para retarse, en ese caso, con un balón entre los pies. Todo en un campo desértico y sufriendo la gota gorda de una tarde de verano.
Mientras tanto, quienes no se atrevían con el deporte, comenzaban a preparar sus disfraces para la diversión vespertina.

Los paseos hasta la escuela eran obligados para los amantes del arte. Las piezas realizadas por los asociados durante todo un año se exponían a todos los públicos para conocer los avances, tanto en pintura como en bordados. También había quien aprovechaba para visitar a los familiares y amigos. En alguna ocasión, los encuentros eran muy emotivos, sobre todo cuando a las personas que más se les quiere habían dicho adiós en los últimos meses y con eso se empezaba una nueva etapa en la familia que dejaba el paso a las nuevas generaciones. Pero esos recuerdos siempre eran alegres y con la esperanza de que desde cualquier lugar, fuera donde fuera, alguien observaría contento el transcurso de estos días festivos.


Y entre juegos, reuniones y comida, el cuerpo ya pedía un baile, además, la limonada estaba dispuesta y la orquesta preparada para el repertorio. En aquel año se comentaba que la Danza Kuduro era uno de los bailes más demandados, en cambio, hay quienes preferían Iron Maidem, Metallica o temas de un tal Nirvana.
Con las bodegas animadas, las canciones populares también adquirían protagonismo y los reyes de estas cuevas enseñaban a los novatos retos de cartas, juegos de palabras y trabalenguas para confundirlos en cada trago. El estado de quienes salían al exterior era de notable felicidad en la cara, dispuestos en ocasiones a subir al escenario y mostrar su talento, bien con los músicos, bien con las pobres cantantes que sufrían la calorina.

Así transcurrieron los días en aquel poblado y las celebraciones, algunas veces con queimadas de los amigos de Galicia y otras con las comilonas en los merenderos municipales, se pudieron amenizar unas jornadas inolvidables para muchas de aquellas personas que simplemente, decidían compartir su tiempo de una forma diferente.


Lo verdaderamente importante era que cada una de ellas tenía su papel. Uno de los vecinos más conocidos prestaba año tras año su patio, situado cerca de la plaza central, con las paredes decoradas y una larga mesa de tablón para preparar grandes meriendas con amigos.

Cerca de la iglesia, las vecinas de la zona aportaban su grano de arena limpiando las telas del templo y cuidando a la vez de sus nietos. Los jóvenes que vivían aquí organizaban con la comisión la buena marcha de este lugar, e incluso un par de fotógrafos profesionales y un realizador de vídeo hubieran sido capaces de reportajear todas estas ceremonias.

Con el conjunto de arquitectos, biólogos, médicos y abogados, dependientes, administrativos, amas de casa y algunos ninis... este lugar hubiera podido ser una pequeña gran ciudad, que al menos lo era durante un período de tiempo. Estaba claro que solo unos pocos, pero con muchas ganas, podrían ser capaces de formar una fiesta que en otra ocasión y con más afluencia podría ser imposible.

Sólo un último apunte... parecía ser que el aquel lugar todo lo relacionado con la gastronomía era el plato fuerte de los festejos, que si arroz a la zamorana, que si preparo unas tortillas, que si frío unos pimientos que piquen para bajarlos al merendero...

Lo importente es agradecer que haya personas que, año tras año tengan tantas ganas de celebrar las fiestas que animen al resto a apuntarse y participar. Sino, miren a una servidora que después de haberle quitado el puesto al pregonero del año pasado no pudo deshacerse de su trono fijo en el balcón del chupinazo. Ahora bien, aviso que estas palabras quedan en el aire para que el siguiente valiente las recoja, se atreva el año que viene y disfrute tanto como yo mostrándoles todas las sensaciones, puntos de vista y recuerdos que me trae este lugar.

Día tras día llegó el final y todo se acabó. No quedaban luces, ni música, ni encuentros, ni alcohol ni banderines, todo quedó en un bonito recuerdo que ya esperaban con ansia para el año siguiente... pero ahora nosotros, quienes estamos aquí tenemos una ventaja: y es que todo esto que acabo de contaros aún no ha sucedido, es producto de vuestra imaginación y sólo el entusiasmo de cada uno lo hará realidad, así que amigos, disfrutad, reíd, vestid de fiesta, bebed y recordar! porque quedan cuatro días por delante para que todo el pueblo viva unas fiestas de cuento.


(Pregón fiestas Tardobispo 2011)

viernes, 2 de septiembre de 2011

Septiembre

Dosmilonce está siendo un año inolvidable en mi vida, desde que empezó hasta este momento, al menos. Alguien grande nos dejó, pero otras pequeñas cosas sucedieron y así parece ser la vida. Deseo seguir escribiendo aquí, lo haré de lo que todavía no he hecho, pero hasta septiembre no he sido capaz de sentar la cabeza, llamémoslo locura adolescente que aún tiene fuerza para mantener viva tanto la parte más irresponsable, como la cordura.
Sí, lo haré, seguiré escribiendo, porque después de muchas entradas de este blog que ahora leo después de un tiempo, me doy cuenta de que lo necesito, aunque nadie llegue a leerlo. (Mi profesor de Periodismo Cultural decía que todo el mundo escribía para que alguien lo leyese, puedo estar de acuerdo, pero después de un tiempo con este blog, le aseguro que las palabras escritas me sirven mucho más que si lo hubiese dejado todo en la memoria, aunque sólo sea yo el destinatario de mi propio mensaje) 
Continuar me ayuda sobre todo, a recordar cómo era y cómo pensaba, cómo hay cosas que no cambian nunca y cosas que podría deshechar, pero todas en recuerdos. 
Y septiembre es para mí como un enero, un comienzo (de curso). Un tiempo de reflexión que quiero aprovechar para sacar todo lo que ha sido este tiempo de paréntesis en mi blog.

Querido septiembre: a veces, cuando parece que se acaba lo bueno, puede que venga lo mejor.

viernes, 26 de agosto de 2011

Lo importante es otra cosa

Nos pasamos la vida haciendo planes, pensando en la forma de divertirnos, de ser felices. Durante horas y horas configuramos nuestros siguientes pasos sin darnos cuenta de que las manecillas mudas del reloj son nuestro verdadero tesoro. Un tesoro que tú nos has enseñado a valorar, dándole cuerda cada día, evitando que se parase su péndulo.
Pero hay veces que los planes escapan a ese artilugio de madera con números romanos que siempre esperará en el salón a que te subas en una silla a girar la manivela.
Tantas vueltas da la vida que no podemos predecir lo que nos pasara mañana, o si no… ¿no eras tú el que decías que tomar café, tostar pan y dormir en el suelo eran los placeres que disfrutábais los que allí estábais para combatir?
Sin embargo, el verdadero campo de batalla fue tu familia. Fuiste soldado en tierras del vino, un luchador del campo, el protector de la casa.
Esa casa que vio nacer a tus hijos, y que durante tantos años fue el escenario de fiestas y reuniones familiares. Si no apetecía cocido, no había alternativa posible para alimentarse. Pero eso sí, siempre había un plato para aquel que venía a visitarte.
Tú fuiste un segundo padre para cada uno de nosotros, nos acompañabas después del colegio, nos ayudabas incluso con las divisiones, sumas y restas, y por cada acierto recibíamos de premio una propina, caramelo de menta o un trocito de chocolate para merendar.
Ahora te debemos muchos de los consejos que nos has dado en la adolescencia, muchas veces sin necesidad de muchas palabras, como tú decías: “deja la charla consuelo, que una moza casadera no debe estar en la era si no está el sol en el cielo”.
Fuiste el sol para todos.
Ahora tu asiento sigue ahí y estaremos esperando a que vuelvas a reírte, que nos cuentes tus historias, aunque somos conscientes de que todo quedara en un recuerdo dulce y que ese asiento nadie más podrá llenarlo.
Hasta siempre y, como tú nos decías: salud y suerte.



viernes, 29 de julio de 2011

martes, 5 de julio de 2011

A mis compañeros mayores

Cuando somos jóvenes y comenzamos a dar los primeros pasos en una carrera universitaria parece que el tiempo no es suficiente para cumplir todos los deseos que tenemos en mente o las metas que deseamos proponernos. Tendemos a hacer todo pensando que tendrá una fecha de caducidad e intentamos comernos el mundo más rápido de lo que son capaces de aguantar nuestros pies. Sin embargo, para mí ha habido un momento dentro de esta etapa universitaria que me ha hecho pensar si realmente debemos preocuparnos tanto de las manecillas de un reloj inerte y mecánico o es momento de observar lo que tenemos alrededor y disfrutar de ello sin importar en qué momento va a desaparecer.

Cuando entré por primera vez en la clase intergeneracional sabía que no iba a ser una asignatura más a la que acudir para tomar notas de una teoría que nos sirviese para nuestro futuro, en mi caso, como comunicadora. Cada una de las personas que se sentaban en aquellos pupitres me enseñó que la vida no solo se aprende con un bolígrafo y un papel en la mano, sino que debemos vivir cada instante como si formase parte de una materia obligatoria y a la vez invisible de un plan de estudios que forma parte de cada uno de nosotros. El de nuestra propia madurez.

Los mayores son, sin lugar a dudas, la llave de una puerta a la experiencia, lo vivido y lo esperado. El pasado y el futuro. Son las voces que me han animado a terminar la carrera con un brote de esperanza pese a estar sumergidos en esta crisis que bien incita dejar todo atrás y replantearse una nueva vida.

Pero son los mayores quienes, cuando compartimos juntos trabajos, reflexiones y memorias en clase, nos hicieron ver que cada una de sus situaciones era un ejemplo de superación en la vida y que no podemos desperdiciar ni un trocito de la suerte que tenemos ahora los jóvenes de acceder a diferentes puntos, junto con los medios que se presentan a nuestro alcance.

Muchos dicen que se aprende de la experiencia, yo pienso que es mucho más sencillo ya que la mejor forma de conocer es escuchando. Estar atento a las historias de los demás enriquece las propias e incluso deja un sabor dulce de los recuerdos. Como el de aquel compañero que durante el primer año de asignatura relató su noviazgo con una mujer hermosa que tenía el nombre más feo del mundo. Y es que la belleza siempre ha sido más valiosa cuando uno la descubre por sí mismo.
La pérdida de un hijo, el amor del matrimonio después de tantos años o el recuerdo de unos padres trabajadores son solo algunas de las historias que de poco sirven para someter a examen al alumno dentro de un test de evaluación, pero son esenciales para examinarnos de humanidad, de atención y de empatía.

Después de dos años en los que he tenido la suerte de presenciar con más de treinta mayores la experiencia de compartir pupitre, muchos serían los recuerdos que metería en una maleta y llevaría conmigo a cualquier lugar en el que ahora me toque continuar la carrera, sin embargo, prefiero que todo eso quede en mi memoria, que un día pueda escribir un artículo siguiendo los consejos de alguno de ellos, que en un reportaje aparezcan sus caras o que las mejores noticias del mundo sean la consecuencia de sus actos dondequiera que estén. Porque si nosotros, los jóvenes, intentamos construir un futuro mejor o peor para parecernos a ellos el día de mañana, nuestros profesores de la vida, tengan la edad que tengan, aún tienen mucho que aportarnos.

(Libro intergeneracional. UPSA)

martes, 26 de abril de 2011

Aquellos festivales de Mallorca...


 "He sido el primero que he desayunado, ¡cómete un cagado!" gritaba Rubén en la entrada del buffet del Taurus al lado de aquellas gelatinas de fresa, kiwi y helados para desayunar mientras nosotros, con ojeras y la ropa blanca a medio poner nos disponíamos a tomar un poquito de leche con cola-cao para activarnos.
Éramos tan pequeños y nos creíamos tan grandes...
El festival de Mallorca era uno de los viajes más esperados por Doña Urraca, no era como las europeades, sino que íbamos en serio, un concurso, ni más ni menos. Nuestro grupo fue dos años, pero el primero sin duda lo recuerdo con mucho cariño. Aquel hotel en el que más de uno casi se parte la cara pasando de terraza en terraza, el jacuzzi y la piscina climatizada, el patio de kilómetros o las vistas al mar. 
Monkilito.
La boda de César y Estela, con Alberto de párroco.
Era todo un reto para nosotros poner esa fuerza y esas ganas en la actuación que finalmente nos costó el primer premio, además, teníamos que actuar en varios puntos de Palma, eso sí, sin agobios, porque la playa y los paseos por los chiringuitos también están presentes en mi memoria.
Hoy he vuelto a abrir el álbum de fotos y me he asustado de ciertas cosas, la primera, la ropa y los modelitos de hace ocho años. Todos muy guapos y veraniegos. La segunda, las caritas de niños que tenemos todos y el tiempo que ha pasado desde aquella foto en el pasillo.
Mallorca, al igual que otros viajes urracos, era el lugar de las vacaciones tras la Semana Santa, la oportunidad para ir sin papás de viaje o las ganas de seguir bailando.
Las ensaimadas recorriendo la cinta transportadora de maletas de Barajas.
Los georgianos que buscaban esposa para casarse. 
Las "buenas noches Lara".
Tengo muchos recuerdos vivos, como por ejemplo la entrega del trofeo al grupo y nuestras caras llorosas sin saber qué hacer. Pero otros algo más difuminados, como algunos lugares o zonas de la ciudad que ahora mismo me costaría reconocer.
Lo cierto es que todo mereció la pena.
El segundo año no fue tan glamouroso, pero recuerdo a unas compañeras de habitación ejemplares, aunque al principio, a Patricia y a mí nos tocara separarnos "por sorteo".

Ahora los urracos pequeños están en Mallorca y todos esos recuerdos vuelven otra vez a aflorar, espero que pasen tantas experiencias buenas como nosotros y, sin duda, tengan su merecido reconocimiento que estoy segura, lucharán por él.


lunes, 25 de abril de 2011

Así como vino se fue


La querida Semana Santa. Y digo querida porque en esta ciudad da igual el color político, tendencia religiosa o trabajo que se tenga, que esta semana es siempre el tema central sobre el que giran el resto de actividades.  
 Ya lo describí por aquí hace un año y es cierto. Los recuerdos vuelven y se incrementan en cada cita, pero me alegro de que aún sigamos manteniendo esos rituales anuales que nos hacen sentir realmente vivos. ¿Se come demasiado? sí, ¿se bebe demasiado? muchos también. Pero la chispa de todo eso es que cada año tiene su tinte peculiar, su vivencia inédita. Da igual que las calles sean las mismas, los horarios parecidos y la lluvia intente estropear el buen humor, que siempre habrá algún plan que evite que entres en casa ni siquiera para cambiarte de ropa o descansar.
Ahora sí, este domingo sí.
Yo tengo claro que, aparte de las cosas que ya de por sí emocionan en la Semana Santa de esta ciudad, la clave sólo es una: el conjunto de personas con las que compartes esos momentos.

domingo, 10 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (EL FINAL)


Sábado. Madrid.

Llegamos in problemas a Barajas. Logramos asearnos y cambiarnos de ropa para dar un paseo por la ciudad, cerramos los billetes de vuelta del bus y cogimos el metro hasta Callao. Allí nos esperaban amigos que nos llevaron a comer a la Latina y, la verdad, fue un rato muy agradable, les agradecimos mucho el detalle de haber pasado ese tiempo con nosotros. Además, los pinchos y tapas son impresionantes por allí.

Sobre las seis de la tarde regresamos a casa. Llegamos a las nueve y a las diez habíamos vuelto a quedar para salir de fiesta. Yo con mis compañeros del currele porque uno de ellos tenía un concierto esa misma noche con su grupo y todos nos apuntamos a verle.

Al terminar, quedamos con mis amigos para celebrar mi cumpleaños con unos chupitos y la noche no pudo acabar mejor. Eso sí, hasta dos días después no he podido recuperarme (sueño y cansancio) del trajín del viaje.


Reflexiones:

. Este viaje hay que hacerlo. Pienso volver. Eso sí, hay que ahorrar lo suyo para poder aprovechar todo allí, pero lo mejor es no quedarse con las ganas si se quiere algo.
. El dinero gastado allí en una semana en "necesidades básicas" como dietas y transporte público; y entradas a sitios, no superó los 300 dólares (207 euros). Aquí no están incluidas las compras de ropa y regalos. En el viaje teníamos incluido alojamiento sin dietas (mejor, es una lata tener fijado un sitio para comer) avión y transporte de aeropuero a hotel y viceversa.
. Los tours turísticos no los hemos necesitado.
. Para moverse, es bueno tener una base de inglés de saber preguntar por sitios, pero no hace falta mucho más.
. Ojo con las direcciones del metro.
. Merece la pena tener las piernas cansadas y tortícolis.
. El glamour, como en todo, depende de la gente, pero no es oro todo lo que reluce por las calles, hay gente normal y gente glamourosa por igual.
. La mezcla multicultural es llamativa, sobre todo la tolerancia y la ausencia de racismo. Todo un ejemplo.
. Sí, sale humo de las alcantarillas.
. Sí, hay brokers cerca de la bolsa.
. Todo el mundo tiene blackberry o iphones. No había más modelos de móviles por la calle.
. No todo es comida rápida.
. La gente camina deprisa.
. No tentamos a la suerte, no fuimos al Bronx. Los taxis tampoco te llevan. Un tour turístico sí.
. Las zonas de comidas también huelen a especias.
. En el centro de Central Park baja la temperatra suavemente.
. Un día en el museo se puede convertir en un centro lúdico infantil cuando decenas de colegios se ponen de acuerdo para visitarlo.
. Los enchufes, de dos agujeros.
. Las parejas, en gran medida homosexuales.
. La gente camina por el lado de sol que apenas entra en las calles.
...

sábado, 9 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (DÍA CINCO)

Viernes. Qué poco queda.

Guardamos el equipaje en la consigna del hotel porque a las 10 de la noche dejábamos la ciudad. 
Nos fuimos de compras, primero a la línea de Broadway donde están más baratos los Levi´s sin que sean imitación y también camisetas (compramos en OMG y Boys and chicks o algo así, porque en estos lugares hay cosas muy horteras, pero si buscas bien encuentras ropa bonita y no muy cara, eso sí, la búsqueda puede comer tiempo). Después nos adentramos por Chinatown de nuevo para buscar regalos de recuerdo a familiares y amigos. En estas tiendas nos habían dicho que no regateásemos porque los comerciantes no eran tontos y no iban a bajar sus precios, pero no es así. De hecho, si no regateas te pueden salir las cosas muy caras. Nosotros conseguimos dos sudaderas de I (L) NY por 28 dólares (20 euros)

Volvimos a Times Square a comer y a despedirnos de aquel lugar. Regresamos al hotel, hicimos algunas fotos por allí cerca y recogimos nuestras cosas porque el chófer nos venía a recoger a la entrada.

De camino al aeropuerto tuvimos que aguantar más de hora y media de reggaeton en la radio latina que llevaba puesta nuestro amigo (había atasco). Pero gracias a las retenciones, el hombre se desvió de la autovía y nos llevó por carretera donde pudimos ver los barrios residenciales y las villas con sus "se alquila o vende" en los jardines, o los buzones en las aceras.

Al llegar al JFK, en la terminal A1, facturamos y pasamos los controles sin problema (simplemente miran el pasaporte, tu foto de pasaporte y tu cara real para ver si coinciden y poco más).

Tuvimos media hora de retraso porque la policía tenía retenido a un pasajero de nuestro vuelo, pero al final debió ser una confusión y a las once de la noche ya estábamos en el aire. Desde ese momento no recuerdo más, ni siquiera me enteré de la cena y desayuno que, se supone, me sirvieron. El avión era mejor que el de ida, con monitores individuales en los asientos y cuatro asientos en la fila central. María me dijo que habíamos pasado bastantes turbulencias, pero sin importancia.

Seis horas de vuelo. Llegamos a Madrid a las 11 de la mañana.

viernes, 8 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (DÍA CUATRO )


Jueves. Día lluvioso y museístico.

Habíamos tenido mucha suerte con los días de sol pero a partir del jueves a mediodía se estropeó la cosa.
Después de tomar el típico capuchino nos dirigimos al metro hacia el museo de Historia Natural. La propia línea (uptown 1, 2, ó 3 y luego B ó C)  te deja en la puerta del museo, en el mismo subterráneo, además, como abren a las diez, es la entrada con menos cola a diferencia de la entrada principal.
Los estudiantes pagamos 12 dólares. Allí dentro estuvimos unas tres horas y media. Es muy cansado, las piernas nos fallaban ya cerca de la una de la tarde, pero el museo es bueno y completo, tanto, que se necesitaría un día entero allí dentro. Nosotros no teníamos tantas fuerzas.
Al salir, bajamos Central Park por el oeste y llegamos a la altura de la plaza de Cristóbal Colón (Columbus) donde está el edificio de Time Warner, las oficinas, y unos grandes almacenes. No es un lugar muy caro, pero las tiendas son bastante selectas y no queríamos gastarnos mucho en comer. Estuve un buen rato buscando un disco de música para mi prima, pero resultó en vano, estaba todo agotado.

Tomamos un bocata en un Subway, allí te lo ponen a tu gusto y los alimentos parecen bastante frescos dentro de lo que es el concepto de comida rápida. No me gustó la clase de gente que va, así que me quedo con cualquier otro lugar.

Después nos dirigimos a la tienda de Sony y dimos un nuevo paseo por lugares que ya antes habíamos visitado cerca del centro. Pensamos que el MOMA cerraba, como mínimo, a las siete de la tarde y cuando llegamos (a las 5) conocimos el verdadero horario. A las seis todos fuera. Ni siquiera estaban disponibles los tickets de entrada una hora antes y empezamos a desilusionarnos. Me acerqué a los guardas que revisaban la entrada y fui a darles pena diciéndoles que al día siguiente dejaríamos la ciudad y que nos hubiera encantado entrar. Nos verían con cara de desalmados, pero nos dejaron pasar gratis, sin tickets ni nada. Para ver mejor el museo y en tan poco tiempo como teníamos nos recomendaron que empezásemos por el piso de arriba y fuéramos bajando según los artistas que más nos gustaban y así hicimos.
Lo cierto es que vimos perfectamente el museo, aunque eso sí, unos artistas más que otros por orden de gustos.

Al salir teníamos la mitad de la tarde por delante así que entramos en Abercrombie en la 5th y en otra tienda que no recuerdo el nombre, pero tenía una especie de fuente lisa de agua a la entrada. En esta primera tienda coincidimos cerca de la caja con la presentadora de Fama que estaba de vacaciones en la ciudad. Otro de los famosos que vimos por la calle (bueno, María, pero de la emoción casi no lo vemos nosotros) fue Ben, el malo de Lost.
Entrad en Tiffany´s aunque no compréis ninguna joya.

Con algunas compras hechas, fuimos a descansar al hotel de ocho a diez de la noche para poder salir después a tomar algo por la noche neoyorkina.

Cenamos en un Pizza Hut de la 34 y el dependiente nos recomendó algunos pubs para salir en la misma calle, pero cuando nos decidíamos a ir al primero, nos encontramos con uno muy llamativo y con buena música y tomamos unas cervezas.

Llegamos a casa empapados por no haber cogido paragüas.


jueves, 7 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (DÍA TRES)


Miércoles. Día show.

Salimos a las nueve del hotel (como véis, la hora de deserción era sagrada para no perder tiempo) y decidimos activanos cuanto antes entrando en Starbucks. Times Square nos esperaba para poder verlo de día y fue allí donde inmortalizamos la situación. En la plaza justo hay un lugar donde venden entradas para los diferentes espectáculos teatrales y también de Broadway; y decidimos comprar de El Rey León, lástima que para ese día no quedaban y como opción, nos encantó la idea de Mary Poppins, en el New Amsterdam.

Con los tickets guardados para esa noche, nos dirigimos hacia el Rockefeller de nuevo. En ese edificio están los estudios de la NBC y   nos apuntamos al tour que los enseña por dentro, aunque, eso sí, en una especie de "mírame y no me toques". Compramos las entradas por unos 20 dólares por cabeza con duración de una hora para entrar a las cinco de la tarde, hora libre de ese día.

Una vez con todo cerrado nos dirigimos a Central Park, pero dentro, al corazón. Un lugar precioso donde aún se respira mejor y en el que te puedes encontrar todo tipo de escenas: parejas dándose amor, ardillas a tus pies, músicos al aire libre, otra pista de patinaje, el mirador Belvedere, modelos haciéndose un book, paseos en barca, turistas, freaks... el hombre más peculiar de todo el viaje sin duda nos lo encontramos en el mismo grabado de "Imagine", el homenaje a John Lenon en los Strawberry fields, cerca del edificio Dakota donde le asesinaron (al oeste). El tío estaba preparando un mausoleo en torno a la palabra llenándolo de flores, velas y fotografías, eso sí, cuidado con tirarle algo mientras hacías fotos porque cobrabas.

En esa zona paramos a descansar y comimos a base de perritos calientes de los puestos. Ahí sí fue larga la sobremesa, tanto que tuvimos que empezar a caminar cuando llegó la hora de ir a la NBC. Pero merece la pena emplear todo el tiempo del mundo no haciendo nada en Central Park.

De camino entramos en la FAO, la juguetería más impresionante del mundo. Simplemente pefecta. Allí está el piano gigante que puedes tocar con los pies, los peluches más cuquis y las barbies en pasarela. La verdad, todo un espectáculo, sobre todo de color.

Llegamos a la NBC.
Las cadenas en USA saben como sacar provecho a todo, solamente hay que fijarse en la cantidad de merchandising que tienen tanto de sus series como de todo lo que se produce en esa televisión. Hasta allí nos dirigimos. Antes de nada, la gente que no sepa mucho inglés o que no esté vinculada con los medios o les de un poco igual, que no haga este tour, solamente se lo aconsejo a quienes estudien o estén relacionados con la comunicación porque sino será decepcionante.

En primer lugar nos pusieron un vídeo sobre la historia de la cadena, sus inicios y cómo ha ido evolucionando. Después vimos el plató del Show del Doctor Oz. Un show creado por Oprah Winfrey que conduce un médico llamado Mehmet. Al parecer es un talk a lo Ana Rosa, pero con más participación del público que acude y basado casi todo en entrevistas. En 2010, el programa fue nominado a un premio importante y el conductor, Mehmet, es, según las guías del tour, la figura número dos de América en los medios después de Oprah. Me lo tendré que creer, no estoy muy empapada de la televisión americana.

Vimos también el plató de Saturday Night Live, era muy parecido al que diseñó Cuatro para el mismo show en España. En la NBC se estrenó en los años 70 y tiene el mismo formato que el programa español, parodias y scketchs sobre política y asuntos de actualidad con la peculiaridad de que todo es en directo, incluso la banda sonora que la conforman músicos en la parte central del plató. De esta parte entendí poco más porque una de las guías parecía hablar ruso en vez de inglés.

Nos enseñaron la zona de realización y postproducción y también el diseño de los maquillajes para los programas en directo y cómo poder cambiarte de ropa y personaje de un sketch a otro sin morir en el intento. Una vez visto esto, te llevan a una sala que recrea el plató de informativos con un autocue (donde leen las noticias los periodistas en cámara) y el panel de el tiempo. Dos niñas salieron voluntarias a hacer de periodistas durante unos minutos. Qué cosas.

A mí el tour me gustó mucho, pero aviso, hay a quienes les puede resultar tostón.

Al salir de los estudios fuimos a conocer la biblioteca pública. Lugar de visita obligada para los que hemos visto mil veces "El día de mañana". Aún así, es preciosa, una verdadera obra tanto de arte como arquitectónica. Y estaba llena de gente, eso sí, muy respetuosa.
Cerca de allí está también la Estación Central de trenes. Otra cosa más de película y por donde pasan miles de viajeros cada día. El techo es muy llamativo, lo digo porque siempre nos quedamos embobados viendo el reloj del centro de la estación y también hay más cosas que sorprenden después.

A las ocho comenzaba Mery Poppins. Un musical adorable para los que nos hemos tragado mil veces la película, pero completísimo si alguien también se ha leído el libro, porque tiene adaptaciones de ambas cosas. Pagamos unos 70 dólares y el sitio, aunque algo lejos (tampoco eran las filas de atrás del todo), se veía muy bien en ese teatro. El espectáculo que montan es digno de ver, supongo que pasa con cualquier otro musical de la zona.

Al salir cenamos en un Ruby Tuesday, en la 7th y muy cerca del teatro. Fue la cena más cara de nuestra estancia, pero no podíamos quejarnos, era un restaurante. Para picar pedimos nachos con guacamole y otras salsas y despúes cada uno cenó otro plato que en general era de pasta fresca con más condimento. El agua la pedimos del grifo regular water (pero riquísima). Con todo y con eso nos cobraron cerca de 35 dólares por persona (unos 25 euros) aquí ya están incluidas las propinas dentro de la propia cuenta y se llama gratuity. Un día es un día.

Nos echamos a cara o cruz ver el MOMA o el Metropolitan (respectivamente) al día siguiente. 

Salió cara.


miércoles, 6 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (DÍA DOS)


Martes. Un día pijo.

En las noticias de la NBC conocimos que Obama tenía agenda diplomática en la ciudad muy al norte, en Harlem, así que descartamos poder verle. Salimos a las nueve de la mañana del hotel y entramos en el Madison Square para conseguir entradas de algún partido de baloncesto, pero no hubo suerte, los partidos de esas semanas eran tan importantes que para conseguir entradas o bien por reventa si eres muy hábil y rico o nada. Preferimos no perder el tiempo, ya veríamos otra cosa.

Cogimos el metro desde la 35 hacia el Soho (en el west side). Una vez llegamos allí, perdimos el norte literalmente, pero un paisano nos colocó en el lugar adecuado del mapa. Esa zona es otra de las que te enamoras, los edificios son más europeos, no tan altos y con las típicas escaleras de emergencia en las propias fachadas que recuerdan a la pedida de mano de Richard Gere a Julia Robers. Se nota además que es un lugar tranquilo, de residencia y sin mucho tráfico, algo que me ha hecho plantearme de este, un lugar en el que me iría a vivir sin ninguna duda. 
Llegamos al edificio de la cafetería de la serie "Friends". Un esquinazo normal y corriente que alberga debajo una cafetería denominada "El pequeño búho" y que en nada se parece a la cafetería ficticia. Eso sí, por esa misma calle (Bedford) descubrimos un lugar impresionante, la cafetería Taverna, de estilo francés y desayuno riquísimo. Allí tomamos: Un bol de polenta con almendras,  miel y canela, tostadas con pan crujiente, mermelada de fresa, mantequilla de manzana y queso para untar; y por si fuera poco, tres capuchinos. El mejor desayuno de New York con diferencia.

Dejamos atrás el Soho para adentrarnos por Greenwich, muy parecido pero algo más al norte. Allí las casas son como en las que vive Carrie Bradson en "Sex and the city" y justo en esa zona estaban grabando una especie de documental-cortometraje. Nos recomendaron que la zona al este de Greenwich no merecía la pena además de que era poco segura, así que después de pasear por sus calles, nos adentramos en la 14 de oeste a este para coger metro, mientras, nos dió tiempo a entrar a cotillear en un bar español.

Metro dirección uptown hacia la 87 en el Upper East Side. Conocimos los edificios, aquí mucho más altos, en los que tienen su portero enchaquetado y sus toldos largos en las entradas. Decidimos pasear hasta la orilla de Central Park por ese lado y a la altura del Solomon Gughenheim (no entramos) comenzamos a ver la carretera llena de policías y vallas. Era lo que pensábamos, Obama iba a pasar por allí en un par de horas con la comitiva.

No nos apetecía esperar mucho, así que fuimos dando un paseo por la orilla este de Central Park, vimos el pequeño zoo para los niños, el gran lago y el Metropolitan. En ese momento hacía un sol espléndido y decidimos parar a descansar en las escaleras del museo cual Serena y Blair (Gossip girl), pero en modo lagartos.

En ese momento llegó Obama, las vallas se llenaron de gente que saludaba y gritaba como una loca a la altura del museo. Nosotros lo vimos desde las escaleras y hay un pequeño vídeo que muestra una mano saludando a la gente. La verdad es que apenas vimos su cara, pero es una experiencia ver todo aquel despliegue para una sola persona. Si no pasaron diez coches de policía, motos y el resto de seguridad, no pasó nadie.

Bajamos el resto de Central Park al este y llegamos al Hotel Plaza. Conocimos la zona más chick de la 5th y comimos al lado de la catedral de St Patricks. El sitio se llama Prime Burguer y es otro lugar de hamburguesas totalmente americano. En una parte del restaurante las mesas son individuales que forman una U con el resto de los comensales, a los lados están las salsas de todo tipo para servirse y los camareros no pueden ser más típicos. Además, la música que sonaba tenía todos los clásicos. En la barra están los taburetes individuales y acolchados para quienes comen solos. Es extraño comer ahí, estábamos como encajonados, pero lo pasamos muy bien, no vimos la comida del hambre que teníamos.

La sobremesa fue corta porque queríamos entrar en la catedral y en la Apple Store, en frente del Hotel Plaza. Un lugar repleto de gente constantemente y los ordenadores eran de libre acceso. Pasamos allí una hora conectando con la familia y amigos. Los precios de los productos de Apple son iguales que en España, pero con el dolar, al estar devaluado, un Ipad que  aquí te cuesta 200 euros, en USA te cuesta 200 dólares (unos 140 euros).

Teníamos pensado ir a ver la puesta de sol de la ciudad desde un rascacielos y nos dirigimos al edificio Rockefeller para subir al "Top of the Rock" (unos 20 dólares). Antes de subir vimos la pista de patinaje que muestra la entrada del rascacielos y la tienda de Lego que está al lado. Una vez arriba, no hay palabras ni fotos suficientes para describir la imagen que queda en la retina.
Razones por las que decidimos subir al Rockefeller frente al Empire State: 
- Las vistas de todo Manhattan son impresionantes con el Empire State en el centro, a la Izquierda el Crysler (no se ve completo) a la derecha, Times Square, la puesta de sol y el resto de rascacielos y al sur la zona financiera. Al norte, todo Central Park.
- Si subimos al Empire State, no vemos el Empire State ni Central Park.

De camino al centro una vez que bajamos, pasamos por el teatro Radio City y entramos en la tienda de m&m´s world (los lacasitos americanos) cerca de Times Square. La tienda es una preciosidad, pero los precios desorbitados para la cantidad de cosas inútiles que venden. Nosotros compramos simplemente m&m´s y nos cobraron casi 10 dólares por algo más de 150 gramos. Desaconsejable comprar nada allí.

Nacho es el m&m "peanut butter mix", María el "brown chocolat" y yo el "electric green".

Cenamos en el McDonalds de Times Square. Recomendable ponerse en las ventanas para ver la plaza mientras se cena. El menú fue una ensalada césar. Un vendedor ambulante le ofreció a Nacho una revista para que comprase y después de negarse le rapeó al oído cosas extrañas. Fue otro de los momentos graciosos del viaje. Sin embargo, ahí no acabó la cosa, al subir a la habitación del hotel esa misma noche, le dimos con la puerta del ascensor en las narices a dos coreanos y, pensando que el ascensor subía y que habíamos logrado ir solos para no parar hasta la planta quince, la puerta se abrió de nuevo mientras presumíamos de nuestra buena suerte. Casi nos pegan.

Quiero otro martes así.


Panchinceto: lo de la isla de la Libertad era por simple problema de tiempo, a lo mejor, si hubiésemos estado más días, hubiéramos ido, pero la estatua en sí no es tan monumental como la pintan y nosotros con verla de cerca (en vez de subir en ella) nos conformamos. No he estado en Roma, pero ¡lo tengo apuntado!

martes, 5 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (DÍA UNO)


Viene de la anterior (día cero)


Lunes. Un día duro, increíble y cansado.

Salimos a las nueve del hotel en dirección al metro (Subway). Está una calle más arriba y compramos bonos individuales sin ningún tipo de oferta (nos dimos cuenta de que el semanal nos salía mucho más caro porque se coge por persona y no vale para los tres) eso sí, el semanal sería útil si la estancia en NY es de ocho días o más. Para menos, no es recomendable. 

Nuestra intención era visitar la zona sur de Manhattan, pero al coger el metro simplemente nos fijamos en la línea que debíamos subir y no en la dirección, por lo que comenzamos a ir hacia el norte, el lugar contrario, pero en las siguientes paradas nos bajamos sin problema, preguntamos y cambiamos de andén para llevarnos a downtown (al sur), en vez de uptown (como mal íbamos)  Bueno, nos perdimos ese rato, una historia más que contar y avisar así para tener cuidado. Paramos en Chambers para ir andando después hasta todos los puntos importantes. Finalmente pudimos desayunar y tomamos un café en Starbucks, cuidado que quema mucho y ha habído lenguas chamuscadas jeje.

Nos dirigimos a los puntos diplomáticos de la ciudad, los juzgados, el ayuntamiento (City Hall) y Courts, todo bastante cerca y a orillas del puente de Brooklyn. Llegamos a la capilla de San Pablo (St Paul), al lado del World Trade Center y donde ahora se encuentran objetos y homenajes a las víctimas del 11s. Justo a tiempo para ver unas cuantas canciones de un recital que preparaba el coro de Trinity, impresionante la música. Desde el pequeño cementerio que hay detrás de esa iglesia se ve cómo las grúas y operarios trabajan sin cesar en reconstruir aquel inmenso lugar donde hace diez años estaban las Torres Gemelas. La torre de la Libertad será la más grande del complejo y una vez hecha medirá 1776 pies coincidiendo con el año de independencia de EEUU. Será la torre más alta de NY y las grúas ya lo van avisando.


Zona cero


Capilla

Después de St Paul vimos la iglesia de Trinity, un poco más abajo de Broadway y con unas vidrieras que en nada tienen que envidiar a la catedral. Justo al final de la calle está el toro de la fuerza que representa a los empresarios y banqueros de la ciudad. Dicen que si se le tocan los huevos al toro, la gente tendrá más fortuna. Y eso es lo que hicimos. Paseamos por Wall Street, por la Stock (Bolsa), conocimos al señor Washington en estatua y callejeamos por muchos de los bancos que había en los alrededores.



Bajamos hasta el mar. Desde este lugar los edificios parecen comerse el puerto. Algún paisano nos ofrecía viajes en helicóptero por la costa, pero la broma era demasiado cara. Paseamos por la orilla hasta llegar al ferri que conduce a State Island y que es gratuito. Fue desde ahí donde divisamos la Estatua de la Libertad, no nos apeteció verla en la misma isla porque nos fiamos de las experiencias previas de la gente que no recomendaban demasiado la visita y decidimos verla de cerca pero desde este barco. Se pueden sacar unas fotos muy bonitas y contemplar muy bien la estatua sin necesidad de visitar la isla de la Libertad.





Una vez en State, no hay mucho que hacer... vimos la línea de la ciuad desde la isla y decidimos regresar para perder el menor tiempo posible... esta vez dentro del ferri porque el frío polar de fuera congelaba las manos. Volvimos a nuestro punto de partida y en el primer lugar de comida que vimos al llegar de nuevo a Manhattan entramos con mucha hambre. Sí, un Mc Donalds, pero os aseguro que me supo a gloria. Es allí donde empezamos a conocer a gente muy obesa, incluidos policías.
La zona donde estábamos eran los apartamentos de NY Plaza, que no tiene que ver con el hotel (situado en la línea de Central Park)

Tomamos un segundo café y subimos de nuevo por Broadway hasta la altura de las tiendas de Levi´s e intersecciones con el barrio de Chinatown. Productos en las calles, regateos, comidas especialmente raras y crudas. Un barrio para pasear que se confunde con Little Italy, la zona de los restaurantes y museos italianos. Los relaciones públicas de Little Italy te asaltan sin control preguntándote constantemente que si queremos cenar allí. Esta zona es muy peculiar y realmente, parece que te has teletransportado de ciudad en diez minutos cuando te adentras por aquellas calles. 


Chinatown


 Little Italy

Después de emplear la tarde paseando por allí, decidimos cruzar el puente de Brooklyn al atardecer. Ver caer el sol por los rascacielos y  la imagen que tiene la ciudad a medida que te vas alejando por el puente es una de las estampas que más me enamoró. Tuvimos que pararnos a mitad del puente un buen rato para asimilar lo que estábamos viendo en esos momentos. Por muchas fotos que haya, Brooklyn al atardecer debe ser una experiencia a vivir. Sin duda.

Una vez llegamos a Brooklyn, buscamos el mirador del puente y nos sentamos para terminar de ver la puesta de sol. Un fotógrafo nos inmortalizó la imagen y después de descansar un rato en los bancos de aquel parque, decidimos volver a movernos ya que hacía cada vez más frío. Eso sí, las piernas ya se sentían muy cansadas y de vuelta tomamos el metro hacia la 14th. Fuimos andando hasta el Flatiron (uno de los primeros rascacielos de la ciudad y que hace forma de triángulo, desde la plaza central resulta un hilo fino de edificio que, a medida que ves sus lados, parece ensancharse más)









Entramos en un supermercado-restaurante-lugar de lujo de comida italiana cerca del Flatiron, simplemente para ver cómo era por dentro e ir al baño. Algo demasiado cool para nuestro aspecto en ese momento. De camino al hotel nos volvimos a perder, esta vez andando, pero no una pérdida al uso de calles que te llevan a ninguna parte, sino pérdida de no encontrar la calle 33 en la dirección adecuada y el hecho de dar cerca de 3 vueltas a la manzana donde se encuentra el Empire State... igual que tontos en ese momento que ya no veíamos ni lo que pisábamos.



Cenamos en un Deli cuando encontramos el rumbo. Es un sitio bastante económico, no es tan basura como los de comida rápida y tienen platos hechos ya, aparte de bocatas u otro tipo de cosas. María se pidió una especie de Durum de bonito con vegetales, Nacho un burrito mexicano y yo un plato de arroz con pollo a la plancha. 

La estampa era bastante deplorable. Las piernas hinchadas del cansancio y un color rojizo en la cara, probablemente del aire... eran las once y media de la noche y llegamos arrastrándonos al hotel.

Nota: Cuidado con las cosas que parecen muy baratas, tanto comida como ropa u otro tipo. En el precio al público no suelen aparecer las tasas y las propinas, por lo que puede subir más de un 10% lo que pone en un principio. Aún así y sumando esto, tampoco son precios desorbitados. Cenar ese día nos costó una media de 9 dólares por persona (no llegó a los 7 euros)


- ¿Volverías a repetir este día?
- Sin duda, aunque tenga que cambiarme de piernas.