martes, 26 de abril de 2011

Aquellos festivales de Mallorca...


 "He sido el primero que he desayunado, ¡cómete un cagado!" gritaba Rubén en la entrada del buffet del Taurus al lado de aquellas gelatinas de fresa, kiwi y helados para desayunar mientras nosotros, con ojeras y la ropa blanca a medio poner nos disponíamos a tomar un poquito de leche con cola-cao para activarnos.
Éramos tan pequeños y nos creíamos tan grandes...
El festival de Mallorca era uno de los viajes más esperados por Doña Urraca, no era como las europeades, sino que íbamos en serio, un concurso, ni más ni menos. Nuestro grupo fue dos años, pero el primero sin duda lo recuerdo con mucho cariño. Aquel hotel en el que más de uno casi se parte la cara pasando de terraza en terraza, el jacuzzi y la piscina climatizada, el patio de kilómetros o las vistas al mar. 
Monkilito.
La boda de César y Estela, con Alberto de párroco.
Era todo un reto para nosotros poner esa fuerza y esas ganas en la actuación que finalmente nos costó el primer premio, además, teníamos que actuar en varios puntos de Palma, eso sí, sin agobios, porque la playa y los paseos por los chiringuitos también están presentes en mi memoria.
Hoy he vuelto a abrir el álbum de fotos y me he asustado de ciertas cosas, la primera, la ropa y los modelitos de hace ocho años. Todos muy guapos y veraniegos. La segunda, las caritas de niños que tenemos todos y el tiempo que ha pasado desde aquella foto en el pasillo.
Mallorca, al igual que otros viajes urracos, era el lugar de las vacaciones tras la Semana Santa, la oportunidad para ir sin papás de viaje o las ganas de seguir bailando.
Las ensaimadas recorriendo la cinta transportadora de maletas de Barajas.
Los georgianos que buscaban esposa para casarse. 
Las "buenas noches Lara".
Tengo muchos recuerdos vivos, como por ejemplo la entrega del trofeo al grupo y nuestras caras llorosas sin saber qué hacer. Pero otros algo más difuminados, como algunos lugares o zonas de la ciudad que ahora mismo me costaría reconocer.
Lo cierto es que todo mereció la pena.
El segundo año no fue tan glamouroso, pero recuerdo a unas compañeras de habitación ejemplares, aunque al principio, a Patricia y a mí nos tocara separarnos "por sorteo".

Ahora los urracos pequeños están en Mallorca y todos esos recuerdos vuelven otra vez a aflorar, espero que pasen tantas experiencias buenas como nosotros y, sin duda, tengan su merecido reconocimiento que estoy segura, lucharán por él.


lunes, 25 de abril de 2011

Así como vino se fue


La querida Semana Santa. Y digo querida porque en esta ciudad da igual el color político, tendencia religiosa o trabajo que se tenga, que esta semana es siempre el tema central sobre el que giran el resto de actividades.  
 Ya lo describí por aquí hace un año y es cierto. Los recuerdos vuelven y se incrementan en cada cita, pero me alegro de que aún sigamos manteniendo esos rituales anuales que nos hacen sentir realmente vivos. ¿Se come demasiado? sí, ¿se bebe demasiado? muchos también. Pero la chispa de todo eso es que cada año tiene su tinte peculiar, su vivencia inédita. Da igual que las calles sean las mismas, los horarios parecidos y la lluvia intente estropear el buen humor, que siempre habrá algún plan que evite que entres en casa ni siquiera para cambiarte de ropa o descansar.
Ahora sí, este domingo sí.
Yo tengo claro que, aparte de las cosas que ya de por sí emocionan en la Semana Santa de esta ciudad, la clave sólo es una: el conjunto de personas con las que compartes esos momentos.

domingo, 10 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (EL FINAL)


Sábado. Madrid.

Llegamos in problemas a Barajas. Logramos asearnos y cambiarnos de ropa para dar un paseo por la ciudad, cerramos los billetes de vuelta del bus y cogimos el metro hasta Callao. Allí nos esperaban amigos que nos llevaron a comer a la Latina y, la verdad, fue un rato muy agradable, les agradecimos mucho el detalle de haber pasado ese tiempo con nosotros. Además, los pinchos y tapas son impresionantes por allí.

Sobre las seis de la tarde regresamos a casa. Llegamos a las nueve y a las diez habíamos vuelto a quedar para salir de fiesta. Yo con mis compañeros del currele porque uno de ellos tenía un concierto esa misma noche con su grupo y todos nos apuntamos a verle.

Al terminar, quedamos con mis amigos para celebrar mi cumpleaños con unos chupitos y la noche no pudo acabar mejor. Eso sí, hasta dos días después no he podido recuperarme (sueño y cansancio) del trajín del viaje.


Reflexiones:

. Este viaje hay que hacerlo. Pienso volver. Eso sí, hay que ahorrar lo suyo para poder aprovechar todo allí, pero lo mejor es no quedarse con las ganas si se quiere algo.
. El dinero gastado allí en una semana en "necesidades básicas" como dietas y transporte público; y entradas a sitios, no superó los 300 dólares (207 euros). Aquí no están incluidas las compras de ropa y regalos. En el viaje teníamos incluido alojamiento sin dietas (mejor, es una lata tener fijado un sitio para comer) avión y transporte de aeropuero a hotel y viceversa.
. Los tours turísticos no los hemos necesitado.
. Para moverse, es bueno tener una base de inglés de saber preguntar por sitios, pero no hace falta mucho más.
. Ojo con las direcciones del metro.
. Merece la pena tener las piernas cansadas y tortícolis.
. El glamour, como en todo, depende de la gente, pero no es oro todo lo que reluce por las calles, hay gente normal y gente glamourosa por igual.
. La mezcla multicultural es llamativa, sobre todo la tolerancia y la ausencia de racismo. Todo un ejemplo.
. Sí, sale humo de las alcantarillas.
. Sí, hay brokers cerca de la bolsa.
. Todo el mundo tiene blackberry o iphones. No había más modelos de móviles por la calle.
. No todo es comida rápida.
. La gente camina deprisa.
. No tentamos a la suerte, no fuimos al Bronx. Los taxis tampoco te llevan. Un tour turístico sí.
. Las zonas de comidas también huelen a especias.
. En el centro de Central Park baja la temperatra suavemente.
. Un día en el museo se puede convertir en un centro lúdico infantil cuando decenas de colegios se ponen de acuerdo para visitarlo.
. Los enchufes, de dos agujeros.
. Las parejas, en gran medida homosexuales.
. La gente camina por el lado de sol que apenas entra en las calles.
...

sábado, 9 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (DÍA CINCO)

Viernes. Qué poco queda.

Guardamos el equipaje en la consigna del hotel porque a las 10 de la noche dejábamos la ciudad. 
Nos fuimos de compras, primero a la línea de Broadway donde están más baratos los Levi´s sin que sean imitación y también camisetas (compramos en OMG y Boys and chicks o algo así, porque en estos lugares hay cosas muy horteras, pero si buscas bien encuentras ropa bonita y no muy cara, eso sí, la búsqueda puede comer tiempo). Después nos adentramos por Chinatown de nuevo para buscar regalos de recuerdo a familiares y amigos. En estas tiendas nos habían dicho que no regateásemos porque los comerciantes no eran tontos y no iban a bajar sus precios, pero no es así. De hecho, si no regateas te pueden salir las cosas muy caras. Nosotros conseguimos dos sudaderas de I (L) NY por 28 dólares (20 euros)

Volvimos a Times Square a comer y a despedirnos de aquel lugar. Regresamos al hotel, hicimos algunas fotos por allí cerca y recogimos nuestras cosas porque el chófer nos venía a recoger a la entrada.

De camino al aeropuerto tuvimos que aguantar más de hora y media de reggaeton en la radio latina que llevaba puesta nuestro amigo (había atasco). Pero gracias a las retenciones, el hombre se desvió de la autovía y nos llevó por carretera donde pudimos ver los barrios residenciales y las villas con sus "se alquila o vende" en los jardines, o los buzones en las aceras.

Al llegar al JFK, en la terminal A1, facturamos y pasamos los controles sin problema (simplemente miran el pasaporte, tu foto de pasaporte y tu cara real para ver si coinciden y poco más).

Tuvimos media hora de retraso porque la policía tenía retenido a un pasajero de nuestro vuelo, pero al final debió ser una confusión y a las once de la noche ya estábamos en el aire. Desde ese momento no recuerdo más, ni siquiera me enteré de la cena y desayuno que, se supone, me sirvieron. El avión era mejor que el de ida, con monitores individuales en los asientos y cuatro asientos en la fila central. María me dijo que habíamos pasado bastantes turbulencias, pero sin importancia.

Seis horas de vuelo. Llegamos a Madrid a las 11 de la mañana.

viernes, 8 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (DÍA CUATRO )


Jueves. Día lluvioso y museístico.

Habíamos tenido mucha suerte con los días de sol pero a partir del jueves a mediodía se estropeó la cosa.
Después de tomar el típico capuchino nos dirigimos al metro hacia el museo de Historia Natural. La propia línea (uptown 1, 2, ó 3 y luego B ó C)  te deja en la puerta del museo, en el mismo subterráneo, además, como abren a las diez, es la entrada con menos cola a diferencia de la entrada principal.
Los estudiantes pagamos 12 dólares. Allí dentro estuvimos unas tres horas y media. Es muy cansado, las piernas nos fallaban ya cerca de la una de la tarde, pero el museo es bueno y completo, tanto, que se necesitaría un día entero allí dentro. Nosotros no teníamos tantas fuerzas.
Al salir, bajamos Central Park por el oeste y llegamos a la altura de la plaza de Cristóbal Colón (Columbus) donde está el edificio de Time Warner, las oficinas, y unos grandes almacenes. No es un lugar muy caro, pero las tiendas son bastante selectas y no queríamos gastarnos mucho en comer. Estuve un buen rato buscando un disco de música para mi prima, pero resultó en vano, estaba todo agotado.

Tomamos un bocata en un Subway, allí te lo ponen a tu gusto y los alimentos parecen bastante frescos dentro de lo que es el concepto de comida rápida. No me gustó la clase de gente que va, así que me quedo con cualquier otro lugar.

Después nos dirigimos a la tienda de Sony y dimos un nuevo paseo por lugares que ya antes habíamos visitado cerca del centro. Pensamos que el MOMA cerraba, como mínimo, a las siete de la tarde y cuando llegamos (a las 5) conocimos el verdadero horario. A las seis todos fuera. Ni siquiera estaban disponibles los tickets de entrada una hora antes y empezamos a desilusionarnos. Me acerqué a los guardas que revisaban la entrada y fui a darles pena diciéndoles que al día siguiente dejaríamos la ciudad y que nos hubiera encantado entrar. Nos verían con cara de desalmados, pero nos dejaron pasar gratis, sin tickets ni nada. Para ver mejor el museo y en tan poco tiempo como teníamos nos recomendaron que empezásemos por el piso de arriba y fuéramos bajando según los artistas que más nos gustaban y así hicimos.
Lo cierto es que vimos perfectamente el museo, aunque eso sí, unos artistas más que otros por orden de gustos.

Al salir teníamos la mitad de la tarde por delante así que entramos en Abercrombie en la 5th y en otra tienda que no recuerdo el nombre, pero tenía una especie de fuente lisa de agua a la entrada. En esta primera tienda coincidimos cerca de la caja con la presentadora de Fama que estaba de vacaciones en la ciudad. Otro de los famosos que vimos por la calle (bueno, María, pero de la emoción casi no lo vemos nosotros) fue Ben, el malo de Lost.
Entrad en Tiffany´s aunque no compréis ninguna joya.

Con algunas compras hechas, fuimos a descansar al hotel de ocho a diez de la noche para poder salir después a tomar algo por la noche neoyorkina.

Cenamos en un Pizza Hut de la 34 y el dependiente nos recomendó algunos pubs para salir en la misma calle, pero cuando nos decidíamos a ir al primero, nos encontramos con uno muy llamativo y con buena música y tomamos unas cervezas.

Llegamos a casa empapados por no haber cogido paragüas.


jueves, 7 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (DÍA TRES)


Miércoles. Día show.

Salimos a las nueve del hotel (como véis, la hora de deserción era sagrada para no perder tiempo) y decidimos activanos cuanto antes entrando en Starbucks. Times Square nos esperaba para poder verlo de día y fue allí donde inmortalizamos la situación. En la plaza justo hay un lugar donde venden entradas para los diferentes espectáculos teatrales y también de Broadway; y decidimos comprar de El Rey León, lástima que para ese día no quedaban y como opción, nos encantó la idea de Mary Poppins, en el New Amsterdam.

Con los tickets guardados para esa noche, nos dirigimos hacia el Rockefeller de nuevo. En ese edificio están los estudios de la NBC y   nos apuntamos al tour que los enseña por dentro, aunque, eso sí, en una especie de "mírame y no me toques". Compramos las entradas por unos 20 dólares por cabeza con duración de una hora para entrar a las cinco de la tarde, hora libre de ese día.

Una vez con todo cerrado nos dirigimos a Central Park, pero dentro, al corazón. Un lugar precioso donde aún se respira mejor y en el que te puedes encontrar todo tipo de escenas: parejas dándose amor, ardillas a tus pies, músicos al aire libre, otra pista de patinaje, el mirador Belvedere, modelos haciéndose un book, paseos en barca, turistas, freaks... el hombre más peculiar de todo el viaje sin duda nos lo encontramos en el mismo grabado de "Imagine", el homenaje a John Lenon en los Strawberry fields, cerca del edificio Dakota donde le asesinaron (al oeste). El tío estaba preparando un mausoleo en torno a la palabra llenándolo de flores, velas y fotografías, eso sí, cuidado con tirarle algo mientras hacías fotos porque cobrabas.

En esa zona paramos a descansar y comimos a base de perritos calientes de los puestos. Ahí sí fue larga la sobremesa, tanto que tuvimos que empezar a caminar cuando llegó la hora de ir a la NBC. Pero merece la pena emplear todo el tiempo del mundo no haciendo nada en Central Park.

De camino entramos en la FAO, la juguetería más impresionante del mundo. Simplemente pefecta. Allí está el piano gigante que puedes tocar con los pies, los peluches más cuquis y las barbies en pasarela. La verdad, todo un espectáculo, sobre todo de color.

Llegamos a la NBC.
Las cadenas en USA saben como sacar provecho a todo, solamente hay que fijarse en la cantidad de merchandising que tienen tanto de sus series como de todo lo que se produce en esa televisión. Hasta allí nos dirigimos. Antes de nada, la gente que no sepa mucho inglés o que no esté vinculada con los medios o les de un poco igual, que no haga este tour, solamente se lo aconsejo a quienes estudien o estén relacionados con la comunicación porque sino será decepcionante.

En primer lugar nos pusieron un vídeo sobre la historia de la cadena, sus inicios y cómo ha ido evolucionando. Después vimos el plató del Show del Doctor Oz. Un show creado por Oprah Winfrey que conduce un médico llamado Mehmet. Al parecer es un talk a lo Ana Rosa, pero con más participación del público que acude y basado casi todo en entrevistas. En 2010, el programa fue nominado a un premio importante y el conductor, Mehmet, es, según las guías del tour, la figura número dos de América en los medios después de Oprah. Me lo tendré que creer, no estoy muy empapada de la televisión americana.

Vimos también el plató de Saturday Night Live, era muy parecido al que diseñó Cuatro para el mismo show en España. En la NBC se estrenó en los años 70 y tiene el mismo formato que el programa español, parodias y scketchs sobre política y asuntos de actualidad con la peculiaridad de que todo es en directo, incluso la banda sonora que la conforman músicos en la parte central del plató. De esta parte entendí poco más porque una de las guías parecía hablar ruso en vez de inglés.

Nos enseñaron la zona de realización y postproducción y también el diseño de los maquillajes para los programas en directo y cómo poder cambiarte de ropa y personaje de un sketch a otro sin morir en el intento. Una vez visto esto, te llevan a una sala que recrea el plató de informativos con un autocue (donde leen las noticias los periodistas en cámara) y el panel de el tiempo. Dos niñas salieron voluntarias a hacer de periodistas durante unos minutos. Qué cosas.

A mí el tour me gustó mucho, pero aviso, hay a quienes les puede resultar tostón.

Al salir de los estudios fuimos a conocer la biblioteca pública. Lugar de visita obligada para los que hemos visto mil veces "El día de mañana". Aún así, es preciosa, una verdadera obra tanto de arte como arquitectónica. Y estaba llena de gente, eso sí, muy respetuosa.
Cerca de allí está también la Estación Central de trenes. Otra cosa más de película y por donde pasan miles de viajeros cada día. El techo es muy llamativo, lo digo porque siempre nos quedamos embobados viendo el reloj del centro de la estación y también hay más cosas que sorprenden después.

A las ocho comenzaba Mery Poppins. Un musical adorable para los que nos hemos tragado mil veces la película, pero completísimo si alguien también se ha leído el libro, porque tiene adaptaciones de ambas cosas. Pagamos unos 70 dólares y el sitio, aunque algo lejos (tampoco eran las filas de atrás del todo), se veía muy bien en ese teatro. El espectáculo que montan es digno de ver, supongo que pasa con cualquier otro musical de la zona.

Al salir cenamos en un Ruby Tuesday, en la 7th y muy cerca del teatro. Fue la cena más cara de nuestra estancia, pero no podíamos quejarnos, era un restaurante. Para picar pedimos nachos con guacamole y otras salsas y despúes cada uno cenó otro plato que en general era de pasta fresca con más condimento. El agua la pedimos del grifo regular water (pero riquísima). Con todo y con eso nos cobraron cerca de 35 dólares por persona (unos 25 euros) aquí ya están incluidas las propinas dentro de la propia cuenta y se llama gratuity. Un día es un día.

Nos echamos a cara o cruz ver el MOMA o el Metropolitan (respectivamente) al día siguiente. 

Salió cara.


miércoles, 6 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (DÍA DOS)


Martes. Un día pijo.

En las noticias de la NBC conocimos que Obama tenía agenda diplomática en la ciudad muy al norte, en Harlem, así que descartamos poder verle. Salimos a las nueve de la mañana del hotel y entramos en el Madison Square para conseguir entradas de algún partido de baloncesto, pero no hubo suerte, los partidos de esas semanas eran tan importantes que para conseguir entradas o bien por reventa si eres muy hábil y rico o nada. Preferimos no perder el tiempo, ya veríamos otra cosa.

Cogimos el metro desde la 35 hacia el Soho (en el west side). Una vez llegamos allí, perdimos el norte literalmente, pero un paisano nos colocó en el lugar adecuado del mapa. Esa zona es otra de las que te enamoras, los edificios son más europeos, no tan altos y con las típicas escaleras de emergencia en las propias fachadas que recuerdan a la pedida de mano de Richard Gere a Julia Robers. Se nota además que es un lugar tranquilo, de residencia y sin mucho tráfico, algo que me ha hecho plantearme de este, un lugar en el que me iría a vivir sin ninguna duda. 
Llegamos al edificio de la cafetería de la serie "Friends". Un esquinazo normal y corriente que alberga debajo una cafetería denominada "El pequeño búho" y que en nada se parece a la cafetería ficticia. Eso sí, por esa misma calle (Bedford) descubrimos un lugar impresionante, la cafetería Taverna, de estilo francés y desayuno riquísimo. Allí tomamos: Un bol de polenta con almendras,  miel y canela, tostadas con pan crujiente, mermelada de fresa, mantequilla de manzana y queso para untar; y por si fuera poco, tres capuchinos. El mejor desayuno de New York con diferencia.

Dejamos atrás el Soho para adentrarnos por Greenwich, muy parecido pero algo más al norte. Allí las casas son como en las que vive Carrie Bradson en "Sex and the city" y justo en esa zona estaban grabando una especie de documental-cortometraje. Nos recomendaron que la zona al este de Greenwich no merecía la pena además de que era poco segura, así que después de pasear por sus calles, nos adentramos en la 14 de oeste a este para coger metro, mientras, nos dió tiempo a entrar a cotillear en un bar español.

Metro dirección uptown hacia la 87 en el Upper East Side. Conocimos los edificios, aquí mucho más altos, en los que tienen su portero enchaquetado y sus toldos largos en las entradas. Decidimos pasear hasta la orilla de Central Park por ese lado y a la altura del Solomon Gughenheim (no entramos) comenzamos a ver la carretera llena de policías y vallas. Era lo que pensábamos, Obama iba a pasar por allí en un par de horas con la comitiva.

No nos apetecía esperar mucho, así que fuimos dando un paseo por la orilla este de Central Park, vimos el pequeño zoo para los niños, el gran lago y el Metropolitan. En ese momento hacía un sol espléndido y decidimos parar a descansar en las escaleras del museo cual Serena y Blair (Gossip girl), pero en modo lagartos.

En ese momento llegó Obama, las vallas se llenaron de gente que saludaba y gritaba como una loca a la altura del museo. Nosotros lo vimos desde las escaleras y hay un pequeño vídeo que muestra una mano saludando a la gente. La verdad es que apenas vimos su cara, pero es una experiencia ver todo aquel despliegue para una sola persona. Si no pasaron diez coches de policía, motos y el resto de seguridad, no pasó nadie.

Bajamos el resto de Central Park al este y llegamos al Hotel Plaza. Conocimos la zona más chick de la 5th y comimos al lado de la catedral de St Patricks. El sitio se llama Prime Burguer y es otro lugar de hamburguesas totalmente americano. En una parte del restaurante las mesas son individuales que forman una U con el resto de los comensales, a los lados están las salsas de todo tipo para servirse y los camareros no pueden ser más típicos. Además, la música que sonaba tenía todos los clásicos. En la barra están los taburetes individuales y acolchados para quienes comen solos. Es extraño comer ahí, estábamos como encajonados, pero lo pasamos muy bien, no vimos la comida del hambre que teníamos.

La sobremesa fue corta porque queríamos entrar en la catedral y en la Apple Store, en frente del Hotel Plaza. Un lugar repleto de gente constantemente y los ordenadores eran de libre acceso. Pasamos allí una hora conectando con la familia y amigos. Los precios de los productos de Apple son iguales que en España, pero con el dolar, al estar devaluado, un Ipad que  aquí te cuesta 200 euros, en USA te cuesta 200 dólares (unos 140 euros).

Teníamos pensado ir a ver la puesta de sol de la ciudad desde un rascacielos y nos dirigimos al edificio Rockefeller para subir al "Top of the Rock" (unos 20 dólares). Antes de subir vimos la pista de patinaje que muestra la entrada del rascacielos y la tienda de Lego que está al lado. Una vez arriba, no hay palabras ni fotos suficientes para describir la imagen que queda en la retina.
Razones por las que decidimos subir al Rockefeller frente al Empire State: 
- Las vistas de todo Manhattan son impresionantes con el Empire State en el centro, a la Izquierda el Crysler (no se ve completo) a la derecha, Times Square, la puesta de sol y el resto de rascacielos y al sur la zona financiera. Al norte, todo Central Park.
- Si subimos al Empire State, no vemos el Empire State ni Central Park.

De camino al centro una vez que bajamos, pasamos por el teatro Radio City y entramos en la tienda de m&m´s world (los lacasitos americanos) cerca de Times Square. La tienda es una preciosidad, pero los precios desorbitados para la cantidad de cosas inútiles que venden. Nosotros compramos simplemente m&m´s y nos cobraron casi 10 dólares por algo más de 150 gramos. Desaconsejable comprar nada allí.

Nacho es el m&m "peanut butter mix", María el "brown chocolat" y yo el "electric green".

Cenamos en el McDonalds de Times Square. Recomendable ponerse en las ventanas para ver la plaza mientras se cena. El menú fue una ensalada césar. Un vendedor ambulante le ofreció a Nacho una revista para que comprase y después de negarse le rapeó al oído cosas extrañas. Fue otro de los momentos graciosos del viaje. Sin embargo, ahí no acabó la cosa, al subir a la habitación del hotel esa misma noche, le dimos con la puerta del ascensor en las narices a dos coreanos y, pensando que el ascensor subía y que habíamos logrado ir solos para no parar hasta la planta quince, la puerta se abrió de nuevo mientras presumíamos de nuestra buena suerte. Casi nos pegan.

Quiero otro martes así.


Panchinceto: lo de la isla de la Libertad era por simple problema de tiempo, a lo mejor, si hubiésemos estado más días, hubiéramos ido, pero la estatua en sí no es tan monumental como la pintan y nosotros con verla de cerca (en vez de subir en ella) nos conformamos. No he estado en Roma, pero ¡lo tengo apuntado!

martes, 5 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (DÍA UNO)


Viene de la anterior (día cero)


Lunes. Un día duro, increíble y cansado.

Salimos a las nueve del hotel en dirección al metro (Subway). Está una calle más arriba y compramos bonos individuales sin ningún tipo de oferta (nos dimos cuenta de que el semanal nos salía mucho más caro porque se coge por persona y no vale para los tres) eso sí, el semanal sería útil si la estancia en NY es de ocho días o más. Para menos, no es recomendable. 

Nuestra intención era visitar la zona sur de Manhattan, pero al coger el metro simplemente nos fijamos en la línea que debíamos subir y no en la dirección, por lo que comenzamos a ir hacia el norte, el lugar contrario, pero en las siguientes paradas nos bajamos sin problema, preguntamos y cambiamos de andén para llevarnos a downtown (al sur), en vez de uptown (como mal íbamos)  Bueno, nos perdimos ese rato, una historia más que contar y avisar así para tener cuidado. Paramos en Chambers para ir andando después hasta todos los puntos importantes. Finalmente pudimos desayunar y tomamos un café en Starbucks, cuidado que quema mucho y ha habído lenguas chamuscadas jeje.

Nos dirigimos a los puntos diplomáticos de la ciudad, los juzgados, el ayuntamiento (City Hall) y Courts, todo bastante cerca y a orillas del puente de Brooklyn. Llegamos a la capilla de San Pablo (St Paul), al lado del World Trade Center y donde ahora se encuentran objetos y homenajes a las víctimas del 11s. Justo a tiempo para ver unas cuantas canciones de un recital que preparaba el coro de Trinity, impresionante la música. Desde el pequeño cementerio que hay detrás de esa iglesia se ve cómo las grúas y operarios trabajan sin cesar en reconstruir aquel inmenso lugar donde hace diez años estaban las Torres Gemelas. La torre de la Libertad será la más grande del complejo y una vez hecha medirá 1776 pies coincidiendo con el año de independencia de EEUU. Será la torre más alta de NY y las grúas ya lo van avisando.


Zona cero


Capilla

Después de St Paul vimos la iglesia de Trinity, un poco más abajo de Broadway y con unas vidrieras que en nada tienen que envidiar a la catedral. Justo al final de la calle está el toro de la fuerza que representa a los empresarios y banqueros de la ciudad. Dicen que si se le tocan los huevos al toro, la gente tendrá más fortuna. Y eso es lo que hicimos. Paseamos por Wall Street, por la Stock (Bolsa), conocimos al señor Washington en estatua y callejeamos por muchos de los bancos que había en los alrededores.



Bajamos hasta el mar. Desde este lugar los edificios parecen comerse el puerto. Algún paisano nos ofrecía viajes en helicóptero por la costa, pero la broma era demasiado cara. Paseamos por la orilla hasta llegar al ferri que conduce a State Island y que es gratuito. Fue desde ahí donde divisamos la Estatua de la Libertad, no nos apeteció verla en la misma isla porque nos fiamos de las experiencias previas de la gente que no recomendaban demasiado la visita y decidimos verla de cerca pero desde este barco. Se pueden sacar unas fotos muy bonitas y contemplar muy bien la estatua sin necesidad de visitar la isla de la Libertad.





Una vez en State, no hay mucho que hacer... vimos la línea de la ciuad desde la isla y decidimos regresar para perder el menor tiempo posible... esta vez dentro del ferri porque el frío polar de fuera congelaba las manos. Volvimos a nuestro punto de partida y en el primer lugar de comida que vimos al llegar de nuevo a Manhattan entramos con mucha hambre. Sí, un Mc Donalds, pero os aseguro que me supo a gloria. Es allí donde empezamos a conocer a gente muy obesa, incluidos policías.
La zona donde estábamos eran los apartamentos de NY Plaza, que no tiene que ver con el hotel (situado en la línea de Central Park)

Tomamos un segundo café y subimos de nuevo por Broadway hasta la altura de las tiendas de Levi´s e intersecciones con el barrio de Chinatown. Productos en las calles, regateos, comidas especialmente raras y crudas. Un barrio para pasear que se confunde con Little Italy, la zona de los restaurantes y museos italianos. Los relaciones públicas de Little Italy te asaltan sin control preguntándote constantemente que si queremos cenar allí. Esta zona es muy peculiar y realmente, parece que te has teletransportado de ciudad en diez minutos cuando te adentras por aquellas calles. 


Chinatown


 Little Italy

Después de emplear la tarde paseando por allí, decidimos cruzar el puente de Brooklyn al atardecer. Ver caer el sol por los rascacielos y  la imagen que tiene la ciudad a medida que te vas alejando por el puente es una de las estampas que más me enamoró. Tuvimos que pararnos a mitad del puente un buen rato para asimilar lo que estábamos viendo en esos momentos. Por muchas fotos que haya, Brooklyn al atardecer debe ser una experiencia a vivir. Sin duda.

Una vez llegamos a Brooklyn, buscamos el mirador del puente y nos sentamos para terminar de ver la puesta de sol. Un fotógrafo nos inmortalizó la imagen y después de descansar un rato en los bancos de aquel parque, decidimos volver a movernos ya que hacía cada vez más frío. Eso sí, las piernas ya se sentían muy cansadas y de vuelta tomamos el metro hacia la 14th. Fuimos andando hasta el Flatiron (uno de los primeros rascacielos de la ciudad y que hace forma de triángulo, desde la plaza central resulta un hilo fino de edificio que, a medida que ves sus lados, parece ensancharse más)









Entramos en un supermercado-restaurante-lugar de lujo de comida italiana cerca del Flatiron, simplemente para ver cómo era por dentro e ir al baño. Algo demasiado cool para nuestro aspecto en ese momento. De camino al hotel nos volvimos a perder, esta vez andando, pero no una pérdida al uso de calles que te llevan a ninguna parte, sino pérdida de no encontrar la calle 33 en la dirección adecuada y el hecho de dar cerca de 3 vueltas a la manzana donde se encuentra el Empire State... igual que tontos en ese momento que ya no veíamos ni lo que pisábamos.



Cenamos en un Deli cuando encontramos el rumbo. Es un sitio bastante económico, no es tan basura como los de comida rápida y tienen platos hechos ya, aparte de bocatas u otro tipo de cosas. María se pidió una especie de Durum de bonito con vegetales, Nacho un burrito mexicano y yo un plato de arroz con pollo a la plancha. 

La estampa era bastante deplorable. Las piernas hinchadas del cansancio y un color rojizo en la cara, probablemente del aire... eran las once y media de la noche y llegamos arrastrándonos al hotel.

Nota: Cuidado con las cosas que parecen muy baratas, tanto comida como ropa u otro tipo. En el precio al público no suelen aparecer las tasas y las propinas, por lo que puede subir más de un 10% lo que pone en un principio. Aún así y sumando esto, tampoco son precios desorbitados. Cenar ese día nos costó una media de 9 dólares por persona (no llegó a los 7 euros)


- ¿Volverías a repetir este día?
- Sin duda, aunque tenga que cambiarme de piernas.


lunes, 4 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (DÍA CERO)


P.D: Fotos en las entradas a medida que las recopile.

Hola compañeros, intentaré escribir en las próximas entradas una crónica que copiaré a ordenador de mi cuaderno de notas viajero a modo de diario. El viaje a NY fue con motivo de nuestro final de carrera y lo disfrutamos Ignacio García, María Llana y una servidora. Espero resolver cuestiones para quienes queráis visitar esta ciudad que, sin duda, es el lugar recomendable por excelencia.



Día cero.

Cogimos el autobús de "Avanza" hasta la Estación Sur de Madrid con ida por la mañana, pero vuelta abierta para cerrarla cuando regresásemos. El calor dentro del bus era insoportable y además el conductor nos vaciló bastante durante unos minutos asegurándonos que no habíamos pagado el billete y que no podíamos viajar.
Una vez en el aeropuerto no tuvimos problemas, llegamos cerca de tres horas antes de la hora fijada para que saliese el avión y la facturación y el embarque fueron normales.
Un trabajador de Air Europa nos preguntó nuestro parentesco o relación y en la puerta de embarque, si habíamos hecho nosotros mismos la maleta, le habíamos dejado a alguien extraño algún objeto o si habíamos despistado en algún momento los equipajes (medidas de seguridad supongo) Todo correcto.
En el avión te entregan un papel denominado ESTA (certificado de entrada en Estados Unidos) en el que debes contestar con sí o no preguntas relacionadas con la seguridad, antecedentes penales o intenciones terroristas, en fin, que a todo contestamos que no. Lo que no sé es quién es el valiente que pone "sí" en alguna de ellas...
Este certificado ya lo habíamos rellenado también por internet varios días antes de volar, cobran 14 dólares, pero es obligatorio... normas de Obama cuando impuso esta ley en 2009. Esta es la web para introducir los datos y pagar únicamente con tarjeta: https://esta.cbp.dhs.gov/esta/

Otra recomendación es estar al hilo en el avión. Nosotros viajamos con varios asientos libres y una vez el avión coge altura, puedes quitarte el cinturón de seguridad y ocupar asientos libres para poder estirar las piernas e incluso tumbarse para dormir. Nosotros salimos a las 5 y media de la tarde hora española y llegamos a las 8 de la tarde hora americana, (hay seis horas de diferencia, por ejemplo, cuando son las tres de la tarde en España, en NY son las nueve de la mañana) ocho horas de vuelo que a mí se me pasaron bastante bien, pero a Nacho por ejemplo le resultaron muy aburridas, depende un poco. Las películas son buenas, de hecho yo me vi El discurso del Rey que no la había visto. La comida tampoco está mal y la única pega de viaje de ida es que viajamos cerca del ala y es mayor el ruido que en otro lugar.

Comida a las 14, antes de embarcar: bocata lomo queso y cruasán en el aeropuerto.
Comidas en el avión: macarrones boloñesa, ensalada y brownie más café o té. De cena bocata caliente de revuelto de huevo.

También tomamos prestadas varias mantas y almohadas de las que nos correspondían, pero no las robamos a ningún pasajero, solamente sobraban. Cuidado con la manta que da mucha electricidad.

Llegamos al aeropuerto de JFK, ya era de noche y al aterrizar puedes ver a la izquierda la estatua de la Libertad (hay que fijarse mucho jeje) Antes de recoger las maletas hay una sala muy amplia de recepción de viajeros, bien residentes, bien extranjeros, pero todos pasan por los controles de seguridad en los que se debe mostrar el pasaporte y el ESTA.
Llegó nuestro turno y a cada uno de nosotros le tocó en una ventanilla. Toman las huellas dactilares de toda la mano y sacan una foto de la cara con una especie de cámara web. Luego te hacen las preguntas.
A Nacho, que cuántos días iba a estar en la ciudad y con cuanta gente.
A María, que cual era su parentesco con nosotros, si iba a viajar a algún otro país, el tiempo de residencia y poco más.
A mí, un policía con rasgos asiáticos y mirada incómoda únicamente me preguntó si tenía novio.

Este es el control policial que nos hicieron y que tan asustados estábamos antes de pasar... permitidme que me ría, pero en ese momento no me hizo ninguna gracia la verdad.

Afortunadamente pasamos ese trago sin problemas de nuevo y a la salida nos esperaba el chófer de la agencia con unas ocho personas más españolas de nuestro vuelo (teníamos incluido alojamiento y transporte al hotel). Se llamaba Jorge, era de habla hispana. Nos metió en una furgoneta enorme con cristales tintados y matrícula de L.A. y nos explicó el recorrido que íbamos haciendo de camino, las cosas que se podían hacer durante esos días y nos relató la publicidad de las excursiones que podíamos contratar. Nosotros íbamos con toda la idea de contratar una que se llama "Alto y bajo Manhattan", pero ya estaba completa para el día siguiente y nos hubiera tocado el martes... ahora nos hemos dado cuenta de que menos mal que no contratamos nada porque realmente se puede ver todo sin problemas y con mayor profundidad. Desde JFK al centro de NY hay aproximadamente una hora de camino sin tráfico denso.

No me hace falta describir la estampa cuando vimos por primera vez   La Gran Manzana, de noche y mientras cruzábamos el puente de Queens. Desde ese momento en que miramos para arriba, no volvimos a bajar la vista.


                                       
Las vistas desde nuestra habitación


Cosas llamativas: hay mucha gente por la calle todos los días menos un domingo por la noche y sin contar Times Square. También le echamos la culpa al frío (una media de 5 grados durante toda la semana aunque hizo mucho sol en general)
La carretera (no las aceras) está llena de socabones en cualquier lugar y el asfalto comido, las ruedas de los coches y taxis deben estar a prueba de bomba porque es impresionante. En la zona financiera es donde menos lo he notado... el resto, hoyos enormes.
No hay coches de colores, solamente se ven el amarillo, el negro o el gris...eso sí, cochazos.
Los camiones son muy peculiares y todos del estilo de la película "Nunca juegues con extraños". Y es que, no hay nada por allí que no sea de película y lo que no, lo es en potencia.

Llegamos al hotel Pennsylvania, un lugar situado en el mejor sitio del mundo (7th con la 33), pero es muy simple. En frente se encuentra el Madison Square Garden (más conocido como el lugar donde juegan los Nicks). Nos tocó una recepcionista de habla inglesa pero hay muchas que hablan español allí mismo.


                                              
Hotel

Piso 15, vistas al Madison y cerca de la esquina. Los pasillos son como la película de El Resplandor aunque dos veces más anchos. Las puertas de las habitaciones parecen algo viejas pero el sistema de apertura ya es moderno. Hay un teléfono al salir de los ascensores y una sala de snacks y bebidas en la planta. Lo que es la habitación, resultó espaciosa, pero no es nada del otro mundo. Los muebles son de hace más de 50 años aunque se conservan bien. No es lujoso, pero sí confortable y si vas a NY con la intención de estar en el hotel sólo para dormir, descansar y asearte, es la habitación perfecta.

Los pasillos del hotel

A las once y media de la noche dejamos los equipajes en la habitación deprisa y nos dirigimos dando un paseo hasta Times Square, a seis o siete minutillos andando, todo recto, no hay pérdida.










Ese lugar es espectacular, parece de día incluso a esas horas debido a la luz tan potente de las pantallas de anuncios.
Con las fotos de noche allí hay un problema y es que con flash, sale bien la gente retratada pero poco lo de atrás, y sin flash, la foto adquiere tonos rojizos de las pantallas, aún así, lo mejor es sin flash (y yo además que puedo no tener ni idea de foto probablemente sea yo la que solo piensa esto jeje)

Esa noche fue la más fría de todas, pero recomendados, ya estábamos preparados. Así es la cosa para quienes visiten NY a finales de marzo.

De camino al hotel y mientras alucinábamos un poco con todo, paramos cerca, en un Sbarro, y cenamos pedazos de pizza. Se puede subir la comida al hotel pero no queríamos renunciar al maravilloso placer de comer en un local tan típico.

Finalmente, cansados y felices, fuimos a dormir porque al día siguiente...