sábado, 25 de septiembre de 2010

El arte de "Embobar"

Ayer por la noche hice zapping por los innumerables canales de esta, nuestra televisión en abierto. Para un día que tengo tiempo de acabar la ronda me he llevado una gran decepción, aunque había cuatro canales infantiles, que, puestos a elegir, podría haberme quedado a ver cualquiera de ellos. 
En TVE1 había terminado El Castigador y decidí darme una vuelta por el resto. Sí, La 2 no está mal, cada vez suele estar mejor a mi gusto y no lo digo por los documentales que no veo, sino por Página 2 o las películas que últimamente merecen la pena. Pero ayer no tenía emoción. 
DEC me asustó cuando ví a Marujita Díaz. Cuatro cada vez tiene más y más anuncios, es curioso porque me gustan los concursos y shows, pero al fin y al cabo siguen poniéndote en la sobremesa tetas y tetas, algunas veces sólo el canalillo y otras con un escote que, sí, soy mujer, pero no hago más que mirárselas a la presenadora o a la reportera cuando corresponda. 
Y llegué a esa grande... y tan grande. Más de tres minutos, no exagero, estuve viendo sin pestañear un primer plano de Belén Esteban sin que el realizador me diese una tregua para sustituirlo y que yo pudiese cambiar de canal tranquilamente.
Los debates políticos en esta cadena u otra serie de canales no me relajan a las 23 horas, así que también los descarto, aunque si en ese tipo de tertulias aparece un profesor bastante reconocido de mi querida Facultad y además su cometido es analizar la figura de La Princesa del Pueblo si llegase a presentarse alguna vez a las elecciones...
En "Fear Factor", de la Siete, lo paso mal cuando mandan pruebas en las que hay arañas de por medio. Los canales de Castilla y León son muy apropiados para los amantes del Western y la MTV es otro de los intentos de americanización de nuestra sociedad, que, en algunos casos, pues muy parecido a la vida real no es. Así que, puestos a quedarme, la nueva TV 10 tenía monólogos de la Paramount.
Sólo como apunte: Youtube en un día registró más de 700.000 visitas con un vídeo de La Sexta en el que Sara Carbonero enseñó las bragas debido a una aparatosa caída.
Y es que no sé si somos así o somos lo que nos hace ser la televisión, pero, visto lo visto, ahora entiendo por qué cada vez hay más conversaciones telefónicas en los "Llama y Gana".

viernes, 24 de septiembre de 2010

Un poco de mí en fotogramas

Si se pudiese... si pudiese recoger cada fotograma que me interesa de mi vida, captado por mis propios ojos y lo inmortalizara para archivarlo, podría recordar las cosas con mucha más fuerza. No sólo los buenos momentos sino aquellos que también me han marcado de alguna u otra manera. Sin embargo, hay días que deberían tener miles de frames guardados.  

Una carcajada que hacía mucho que no escuchaba.
La cara de Miguel viendo en televisión imágenes de sucesos.
Encontrarme encima de la cama un gato de peluche mirándome con rencor. 
La puerta que se abre a la tercera.
El momento en que no imprime el ordenador cuando son las 13:45.
Subir hasta el quinto con un hombre mayor que no te habla del tiempo.
La ilusión de Chema con su primer disco en sus manos y una llamada en espera.
Un discurso de Agustín Remesal sobre el periodismo en la inauguración de un nuevo diario.
Llegar al final de las escaleras y ver que al fondo a la izquierda ya no está María... para hacerme reír o... feliz.
El botón que no se apaga. El que no apago sin querer.
Un beso de consuelo escondidas lo más lejos posible.
Puede que uno de los mejores conciertos de mi vida.
Las deportivas desempolvadas.

 

El momento justo antes de quedarme dormida.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Un descanso

Me encanta el verano. Prefiero pasarme todo el día sudando como un pollo a tener su piel. Y aunque reconozco que la ropa de entretiempo siempre me ha llamado más la atención, daría lo que fuera por pasar la vida con las piernas al aire.
Estamos en septiembre y acabó mi primer día libre desde junio. Tenía ganas de gastar parte de mis 24 horas de relax para ponerme a pensar un poco que nunca viene mal porque lo malo de vivir a este ritmo es que, a veces, las piernas corren más que la cabeza.

La vida en verano te enseña muchas cosas, casi más que durante los nueve meses restantes de formación académica. Al menos, aprendes a darte cuenta de que hay cosas que no están en los libros y que, sin haberle puesto codos te has aprendido la lección para siempre, sobre todo en terrenos que van más allá de lo profesional.
Cuando se empieza algo nuevo y conocemos a gente diferente, lo primero que se nos pasa por la cabeza son los prejuicios. Si tiene un grano en la frente significa que es tonto, si viste con esos pantalones es un descuidado, si habla demasiado... insoportable. Menudas mentiras. La gente es tan diferente como lo que lo hace serlo, sobre todo, a medida que vamos conociéndola. Poco a poco te das cuenta de que, quien tenía un grano en la frente es más tonto de lo que pensabas, pero aquel que no callaba es la persona más inteligente que conoces y con la que te tomarías todos los días un café. Hasta te compras los pantalones del desalmado.

También se aprende de los cruces de sonrisas. Hay quienes te sonríen porque se alegran realmente de tu presencia, en cambio, sabes perfectamente que otros lo hacen mientras sus músculos faciales no se corresponden con la orden real del cerebro. Yo creo que ambas son fáciles de distinguir y es que el fondo de todo esto tiene que ver con una sencilla cuestión.
Cuando comienzas tu carrera de vida, tanto personal como profesional, te propones ciertas metas susceptibles a los cambios porque nunca sabes lo que puedes encontrar al final, la cuestión es que, mientras caminas hacia tus objetivos y te ocupas a la vez de vivir lo mejor posible (al fin y al cabo es lo que cuenta) te topas con diferentes personas. Unas caminan a tu lado y, en cierto momento, se cruzan en tu vida, se paran a charlar y se van... o puede que vuelvas a encontrarlas en otra etapa para volver a vivir experiencias. Otras deciden quedarse contigo y unirse al paso, aunque a veces tengas que amoldarte a su ritmo de trayecto. Sin embargo, hay quienes, enfrascados en su afán por llegar a la meta pasan cerca para colocar alguna piedra que haga tropezar en los siguientes pasos. Lo triste no es caer al suelo, al fin y al cabo, no hay prisa. La cuestión es que, quien puso esa piedra desperdició tanto tiempo y tantas oportunidades que otros consiguieron llegar primero a la meta.

Una cosa está clara, lo mejor es dejarse de tonterías y disfrutar con lo que uno tiene. Por suerte, el verano no ha terminado diga lo que diga el hombre del tiempo y aunque Madrid o San Sebastián quedan lejos de septiembre, doy lo que sea por que el resto de meses sean como los estivales.