viernes, 2 de septiembre de 2011

Septiembre

Dosmilonce está siendo un año inolvidable en mi vida, desde que empezó hasta este momento, al menos. Alguien grande nos dejó, pero otras pequeñas cosas sucedieron y así parece ser la vida. Deseo seguir escribiendo aquí, lo haré de lo que todavía no he hecho, pero hasta septiembre no he sido capaz de sentar la cabeza, llamémoslo locura adolescente que aún tiene fuerza para mantener viva tanto la parte más irresponsable, como la cordura.
Sí, lo haré, seguiré escribiendo, porque después de muchas entradas de este blog que ahora leo después de un tiempo, me doy cuenta de que lo necesito, aunque nadie llegue a leerlo. (Mi profesor de Periodismo Cultural decía que todo el mundo escribía para que alguien lo leyese, puedo estar de acuerdo, pero después de un tiempo con este blog, le aseguro que las palabras escritas me sirven mucho más que si lo hubiese dejado todo en la memoria, aunque sólo sea yo el destinatario de mi propio mensaje) 
Continuar me ayuda sobre todo, a recordar cómo era y cómo pensaba, cómo hay cosas que no cambian nunca y cosas que podría deshechar, pero todas en recuerdos. 
Y septiembre es para mí como un enero, un comienzo (de curso). Un tiempo de reflexión que quiero aprovechar para sacar todo lo que ha sido este tiempo de paréntesis en mi blog.

Querido septiembre: a veces, cuando parece que se acaba lo bueno, puede que venga lo mejor.

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