martes, 5 de abril de 2011

New York, experiencia en la capital del mundo (DÍA UNO)


Viene de la anterior (día cero)


Lunes. Un día duro, increíble y cansado.

Salimos a las nueve del hotel en dirección al metro (Subway). Está una calle más arriba y compramos bonos individuales sin ningún tipo de oferta (nos dimos cuenta de que el semanal nos salía mucho más caro porque se coge por persona y no vale para los tres) eso sí, el semanal sería útil si la estancia en NY es de ocho días o más. Para menos, no es recomendable. 

Nuestra intención era visitar la zona sur de Manhattan, pero al coger el metro simplemente nos fijamos en la línea que debíamos subir y no en la dirección, por lo que comenzamos a ir hacia el norte, el lugar contrario, pero en las siguientes paradas nos bajamos sin problema, preguntamos y cambiamos de andén para llevarnos a downtown (al sur), en vez de uptown (como mal íbamos)  Bueno, nos perdimos ese rato, una historia más que contar y avisar así para tener cuidado. Paramos en Chambers para ir andando después hasta todos los puntos importantes. Finalmente pudimos desayunar y tomamos un café en Starbucks, cuidado que quema mucho y ha habído lenguas chamuscadas jeje.

Nos dirigimos a los puntos diplomáticos de la ciudad, los juzgados, el ayuntamiento (City Hall) y Courts, todo bastante cerca y a orillas del puente de Brooklyn. Llegamos a la capilla de San Pablo (St Paul), al lado del World Trade Center y donde ahora se encuentran objetos y homenajes a las víctimas del 11s. Justo a tiempo para ver unas cuantas canciones de un recital que preparaba el coro de Trinity, impresionante la música. Desde el pequeño cementerio que hay detrás de esa iglesia se ve cómo las grúas y operarios trabajan sin cesar en reconstruir aquel inmenso lugar donde hace diez años estaban las Torres Gemelas. La torre de la Libertad será la más grande del complejo y una vez hecha medirá 1776 pies coincidiendo con el año de independencia de EEUU. Será la torre más alta de NY y las grúas ya lo van avisando.


Zona cero


Capilla

Después de St Paul vimos la iglesia de Trinity, un poco más abajo de Broadway y con unas vidrieras que en nada tienen que envidiar a la catedral. Justo al final de la calle está el toro de la fuerza que representa a los empresarios y banqueros de la ciudad. Dicen que si se le tocan los huevos al toro, la gente tendrá más fortuna. Y eso es lo que hicimos. Paseamos por Wall Street, por la Stock (Bolsa), conocimos al señor Washington en estatua y callejeamos por muchos de los bancos que había en los alrededores.



Bajamos hasta el mar. Desde este lugar los edificios parecen comerse el puerto. Algún paisano nos ofrecía viajes en helicóptero por la costa, pero la broma era demasiado cara. Paseamos por la orilla hasta llegar al ferri que conduce a State Island y que es gratuito. Fue desde ahí donde divisamos la Estatua de la Libertad, no nos apeteció verla en la misma isla porque nos fiamos de las experiencias previas de la gente que no recomendaban demasiado la visita y decidimos verla de cerca pero desde este barco. Se pueden sacar unas fotos muy bonitas y contemplar muy bien la estatua sin necesidad de visitar la isla de la Libertad.





Una vez en State, no hay mucho que hacer... vimos la línea de la ciuad desde la isla y decidimos regresar para perder el menor tiempo posible... esta vez dentro del ferri porque el frío polar de fuera congelaba las manos. Volvimos a nuestro punto de partida y en el primer lugar de comida que vimos al llegar de nuevo a Manhattan entramos con mucha hambre. Sí, un Mc Donalds, pero os aseguro que me supo a gloria. Es allí donde empezamos a conocer a gente muy obesa, incluidos policías.
La zona donde estábamos eran los apartamentos de NY Plaza, que no tiene que ver con el hotel (situado en la línea de Central Park)

Tomamos un segundo café y subimos de nuevo por Broadway hasta la altura de las tiendas de Levi´s e intersecciones con el barrio de Chinatown. Productos en las calles, regateos, comidas especialmente raras y crudas. Un barrio para pasear que se confunde con Little Italy, la zona de los restaurantes y museos italianos. Los relaciones públicas de Little Italy te asaltan sin control preguntándote constantemente que si queremos cenar allí. Esta zona es muy peculiar y realmente, parece que te has teletransportado de ciudad en diez minutos cuando te adentras por aquellas calles. 


Chinatown


 Little Italy

Después de emplear la tarde paseando por allí, decidimos cruzar el puente de Brooklyn al atardecer. Ver caer el sol por los rascacielos y  la imagen que tiene la ciudad a medida que te vas alejando por el puente es una de las estampas que más me enamoró. Tuvimos que pararnos a mitad del puente un buen rato para asimilar lo que estábamos viendo en esos momentos. Por muchas fotos que haya, Brooklyn al atardecer debe ser una experiencia a vivir. Sin duda.

Una vez llegamos a Brooklyn, buscamos el mirador del puente y nos sentamos para terminar de ver la puesta de sol. Un fotógrafo nos inmortalizó la imagen y después de descansar un rato en los bancos de aquel parque, decidimos volver a movernos ya que hacía cada vez más frío. Eso sí, las piernas ya se sentían muy cansadas y de vuelta tomamos el metro hacia la 14th. Fuimos andando hasta el Flatiron (uno de los primeros rascacielos de la ciudad y que hace forma de triángulo, desde la plaza central resulta un hilo fino de edificio que, a medida que ves sus lados, parece ensancharse más)









Entramos en un supermercado-restaurante-lugar de lujo de comida italiana cerca del Flatiron, simplemente para ver cómo era por dentro e ir al baño. Algo demasiado cool para nuestro aspecto en ese momento. De camino al hotel nos volvimos a perder, esta vez andando, pero no una pérdida al uso de calles que te llevan a ninguna parte, sino pérdida de no encontrar la calle 33 en la dirección adecuada y el hecho de dar cerca de 3 vueltas a la manzana donde se encuentra el Empire State... igual que tontos en ese momento que ya no veíamos ni lo que pisábamos.



Cenamos en un Deli cuando encontramos el rumbo. Es un sitio bastante económico, no es tan basura como los de comida rápida y tienen platos hechos ya, aparte de bocatas u otro tipo de cosas. María se pidió una especie de Durum de bonito con vegetales, Nacho un burrito mexicano y yo un plato de arroz con pollo a la plancha. 

La estampa era bastante deplorable. Las piernas hinchadas del cansancio y un color rojizo en la cara, probablemente del aire... eran las once y media de la noche y llegamos arrastrándonos al hotel.

Nota: Cuidado con las cosas que parecen muy baratas, tanto comida como ropa u otro tipo. En el precio al público no suelen aparecer las tasas y las propinas, por lo que puede subir más de un 10% lo que pone en un principio. Aún así y sumando esto, tampoco son precios desorbitados. Cenar ese día nos costó una media de 9 dólares por persona (no llegó a los 7 euros)


- ¿Volverías a repetir este día?
- Sin duda, aunque tenga que cambiarme de piernas.


2 comentarios:

  1. como te envidio...jajaja algún día espero dejarme las piernas yo en el intento :)

    ResponderEliminar
  2. Bien, iba a comentarte en la anterior... pero he visto esta xD

    Primero, ¿por qué no merece la pena ir al Liberty Island? y segundo, lo de que os asalten los RP de los restaurantes... coño, eso lo hacen en Italia (yo lo viví en Roma) xD así que son bastante fieles hahaha.

    Parece ser que esa aventura tiene muy buena pinta, espero leer más anécdotas!

    Un abrazo!

    ResponderEliminar