viernes, 26 de marzo de 2010

¡Empiezan mis vacaciones!

Nunca he deseado tanto unas vacaciones. Ni siquiera las de verano, porque, para mí, las vacaciones de verano no son vacaciones desde hace dos años. Nunca he necesitado tanto dejar mi mente en blanco y la carpeta en un cajón, con todo lo que eso supone, me da igual, aunque sea por poco tiempo. Nunca había tenido tantas ganas de una fiesta, o de dos, o de todas las que hay estos días.

Aparte de las cuestiones religiosas, cuando era más pequeña siempre me emocionaba con la llegada de la Semana Santa porque era tiempo de salir todo el día con los amigos, aunque fuese para ver las procesiones. Era tiempo de llegar tarde a casa, cenar cualquier cosa, volver a salir y sentarse en las aceras comiendo pipas, ligando con los chicos de al lado e incluso con los cofrades; y reírnos de todo y con todo hasta que el sol volvía a salir.
Mi primera noche entera de fiesta y sin dormir fue la del Jueves Santo. Y es que las noches del Jueves al Viernes Santo siempre son especiales. En la Plaza Mayor, en las Tres Cruces con los churros en la mano y las gafas de sol, en la Cueva Árabe... en la cara de la gente.

Ahora las cosas han cambiado, pero sólo un poco. Aún seguimos celebrando la cena anual de Viernes de Dolores con la pandilla en casa de Chus, seguimos comprando pipas y alimentándonos a garrapiñadas y a chupachuses. Continuamos viendo casi todas las procesiones y, sobre todo, aquellas en las que salen los conocidos. Escuchamos perplejos el arte de canciones como el Jerusalem o el Miserere arropados simplemente por antorchas que, en las noches de frío, transmiten cierta calidez y, a la vez, dan luz en las calles oscuras. Celebramos el Vía Crucis cada Martes Santo recorriendo los bares de la ciudad. Paseamos por Santa Clara con aquellos que nos visitan expresamente esta semana para disfrutar de ella. Nos emocionamos con la Marcha Fúnebre de Thalberg, con la Soledad, la Esperanza y el Nazareno. Nos ponemos nerviosos cuando suena el barandales a lo lejos. Cuchicheamos mientras los hermanos de la procesión del Silencio cumplen su juramento; y nos enfadamos con quienes nos quitan el sitio, con los grupos de señoras y con la gente que, en resumen, no tiene respeto.

Nunca he necesitado tanto volver a sentir todas y cada una de estas cosas y aunque muchos piensen que estos días hay que vivirlos con solemnidad en mi ciudad, yo les digo que tienen razón, que ese silencio momentáneo y esa pasión se transmite en cada uno de nosotros, pero también les comento una cosa: estos días no son para estar tristes, porque Jesús va a resucitar dentro de poco, por eso, nosotros tampoco queremos esperar tanto para celebrarlo.

Nos deje el tiempo o no.




__


3 comentarios:

  1. Luuuuuuuuu
    Pues sí, hay que empezar a celebrarlo ya, aunque la primera "procesión" no haya salido...
    esperemos que nos de una tregua el tiempo!!
    Yo tambien he hecho una entrada de la semana santa...jiji
    Un besote lut-lut-lutxi!

    ResponderEliminar
  2. Jope ne están entrando ganas de irme a Zamora en Semana Santa... me haces un huequín?! jijijiji muak!

    ResponderEliminar