miércoles, 31 de marzo de 2010

No había más días


Llegó destrozado del colegio. Apenas podía andar cuando dejó la mochila en el recibidor y entró en el comedor sin ni siquiera una leve sonrisa. Miguel se había hecho daño en un pié al saltar desde una pequeña tapia en vez de bajar por las escaleras.
Al principio pensé que era una treta para poder escaquearse de sus clases vespertinas, pero el dolor era tan fuerte que, sin pensarlo, tuvo que ir a urgencias después de comer cuatro cosas de mala gana.
El primer médico que le miró dijo que no era un esguince ni que tuviese los huesos rotos, pero el reposo tendría que durar por lo menos dos días. Lunes y Martes Santo.
Ayer, en la revisión y después de varias radiografías, los médicos han visto que, probablemente la cosa sea algo más importante, por lo que en menos de quince días no se arregla.
Todas las vacaciones prácticamente.
Miguel ya no puede tocar en la banda en toda la semana y, si el año pasado las caras de los nuevos niños que salían, entre ellos él, eran de desolación cuando se suspendió la procesión de las 5 de la mañana a causa de la lluvia, este año práticamente será lo mismo. ¿No os pasa, que cuanto más deseáis que llegue una cosa, siempre ocurre algo que puede tirarlo todo por la borda?

Afortunadamente, siempre se aprende algo de todo ello, por lo menos, que no se debe saltar efusivamente de uno a otro lado antes de que lleguen las vacaciones. Por muy contentos que nos sintamos.



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1 comentario:

  1. Jo, qué penita... dale un besito de mi parte y dile que se anime... ¡el año que viene la Semana Santa será mejor! ¡Un besico!

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